Algunas de las profesoras de la red de escuelas rurales del cardenal Herrera Oria
Algunas de las profesoras de la red de escuelas rurales del cardenal Herrera Oria
Educación

Las «apóstoles» de Herrera Oria

Maestras de la red de escuelas rurales del cardenal recuerdan su papel en el desarrollo de una España en blanco y negro

Málaga Actualizado: Guardar
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«La imagen que conservo es la de los niños con sus candiles recorriendo los caminos de los cortijos cuando aún no había despuntado el alba». Carmen Bueno es memoria viva de una España de posguerra sumida en el blanco y negro. Un país donde la educación estaba reservada a unos pocos privilegiados y que tuvo en profesoras rurales como ella un resorte de cambio. Junto a Estrella, María, Isabel y Pepita, antiguas compañeras de promoción y precursoras de un país más igualitario, recorrió este lunes la exposición que el museo ArsMálaga acoge en reconocimiento al arquitecto un ambicioso programa educativo en las zonas más deprimidas de Andalucía y que tuvo en estas docentes a sus «apóstoles»: el cardenal Ángel Herrera Oria.

La exposición «Herrera Oria, su tiempo y su obra. Una vida al servicio del bien común», que se puede contemplar hasta el próximo 14 de febrero en el edificio del Palacio Episcopal, ha sido organizada por la Fundación San Pablo CEU Andalucía y la Diócesis de Málaga. Como su nombre indica, la obra repasa el trabajo y la vida de un personaje de «talla humana y social» cuyo «impresionante legado sigue estando de actualidad», según explicó el director general de la fintada fundación, Juan Carlos Hernández.

Desde su etapa laica, hasta el momento que abrazó la fe para convertirse en «un audaz siervo de Dios», el que fuera obispo de Málaga entre 1947 y 1968, desarrolló una ardua acción social en la que la educación fue su piedra angular. El alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre, se centró en esta labor básica para una provincia, por aquél entonces, «iletrada» y carente de «igualdad de oportunidades». Un contexto en el que fue fundamental el trabajo de unas profesoras a las que definió «apóstoles de la educación».

Estrella Molina es una de ellas. Aún se acuerda cuando en Villanueva de Algaidas «se me quedaban hincadas las botas en el suelo del frío» y trabajaba en jornadas de más de 14 horas -«de ocho de la mañana a once del a noche»- para enseñar a «cerca de 60 niños por aula», a los que se unían por las tardes las jovencitas que iba a aprender costura y otros oficios y los adultos analfabetos a los que por las noches se les enseñaba a leer y escribir.

Aunque estas mujeres eran mucho más que maestras. Carmen cuenta cómo colaboraban para lograr que la Administración dotara de servicios energéticos y suministros a territorios donde la gente «se iluminaba con velas y bebía agua de los pozos». Su formación era básica para redactar escritos o luchar contra la siempre burocratizada administración.

También ejercían de improvisadas abogadas y de enfermeras que no se arrugaban a la hora de tratar a leprosos y asistir partos en zonas rurales «totalmente abandonadas». Y es que, como comenta Isabel Romero, otra de las maestras, su formación incluía cursos sanitarios en el hospital Civil.

María González, natural de Sevilla, recuerda que a sus 18 años se trasladó a estudiar Bachillerato a Málaga. Después, comenzó a impartir clases. A diario recorría los cuatro kilómetros que separaban Campanillas de Colmenarejo en una bicicleta, «de mujer», precisa Antonio Jiménez, uno de sus alumnos que se desplazó a Málaga para reconocer la figura del cardenal Herrera Oria, a quien «sus» profesoras achacan una labor social «impagable».

«Con ellas aprendí muchas cosas, pero sobre todo, a ser persona», explica el estudiante, a quien la edad ha blanqueado el cabello y que recuerda «aquellas reglas de urbanidad que se han olvidado».

Las «apóstoles» de Herrera Oria siguen en contacto y una vez al año se reúnen en una jornada de convivencia llena de anécdotas y recuerdos.

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