Aristóteles Moreno - PERDONEN LAS MOLESTIAS

Más tranquilo que Gila

El señor Gómez ha sido condenado a 5 años por defraudar a Hacienda 53 millones. Pero oiga: más fresco que una lechuga

Aristóteles Moreno
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EL empresario Rafael Gómez está más tranquilo que Gila. Lo dijo nada más salir del juzgado de lo Penal número 3 de Córdoba con una condena en la mano de 5 años y 3 meses de prisión por defraudar a Hacienda 53 millones de euros en impuestos. La cuantía triplica el presupuesto del Ayuntamiento de Montilla y equivale a la construcción de 120 kilómetros de autovía. Es decir: si Sandokán hubiera cumplido sus obligaciones tributarias, como cualquier hijo de vecino, desplazarse a Granada en vehículo privado no sería hoy en día un castigo divino.

Pero volvamos a Gila. El señor Gómez se ha revelado como un consumado creador de sentencias y refranes. Esta sobre el inefable Miguel Gila raya la perfección.

No teníamos la menor idea de que el magistral humorista español fuera paradigma de serenidad. Pero, oiga, lo dice el constructor de Cañero. Y sus razones tendrá. Todo lo que sabemos de Gila acerca de su calma interior tiene que ver con su fusilamiento en 1938 en el campo de concentración de Valsequillo. Lo ejecutó un pelotón una noche de lluvia junto a un grupo de desgraciados que cayeron abatidos sobre el barro. A Gila lo fusilaron mal. Tan mal que quedó vivo entre el montón de cadáveres descerrajados y se hizo el muerto. Lo demás forma parte de la tristísima historia de este país.

Pues bien: Rafael Gómez está más tranquilo que Gila. No sabemos a qué se debe su paz de espíritu con una condena de prisión y 112 millones de euros de multa. Ya lo dijo en el interior de la sala ante el juez con la naturalidad de un profesional del despiste. «Yo no sé lo que es el IRPF», declaró sin reírse. Que ya tiene mérito. Estas cosas pasan. Monta usted un imperio colosal con decenas de empresas, diez mil trabajadores en nómina, suelo urbanizable para alfombrar la Costa del Sol, un hospital de élite, el Tíboli de Benalmádena, medio parque joyero y una nave extraterrestre en las inmediaciones de Medina Azahara, y no sabe en qué carajo consiste el impuesto sobre la renta de las personas físicas.

En eso, el señor Gómez no se desvía un milímetro de la tónica general dominante. Vivimos en un mundo en el que los multimillonarios no saben qué diablos es el IRPF ni falta que les hace. Eso sí: en empresas pantalla y sociedades «ofshore» tienen un máster por la Universidad de Harvard. Nada de lo que sorprenderse, por otra parte, si usted mismo abre hoy el navegador de Google, teclea el anglicismo «ofshore» y le sale un listado acojonante de agencias que se dedican a la creación de sociedades instrumentales.

En este contexto absurdo, es lógico que llegue el asesor de Sandokán y asegure ante el magistrado que la declaración del impuesto de patrimonio de 2004 no fue presentada porque el «programa informático impedía imprimirlo». Con dos bemoles. No sabemos si por falta de toner o por un error de «software». Averigüe usted. El caso es que podríamos llegar a la conclusión de que la monumental bolsa de fraude fiscal de España obedece a una concatenación de accidentes informáticos y desconocimiento de la normativa tributaria.

Concluyendo. El fiscal del caso solicitó 40 años de prisión para el señor Gómez y otros 19 para cada uno de sus tres hijos por actuar al margen de la ley. Sus tres vástagos han resultado absueltos y Sandokán ha visto reducirse su condena a la octava parte. Y además en sentencia recurrible. Se ve que estamos en pleno mes de las rebajas penales. Por eso, quizás, el defraudador de Cañero está más tranquilo que Gila. Y tanto.

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