Patios de Córdoba 2020

De Martínez Rücker a Maese Luis, la imposible contemplación de la flor perfecta

Los patios de Judería y San Francisco vibran de color y cuidados sin poder abrirse

Patio de la calle Martínez Rücker, uno de los más antiguos del concurso Valerio Merino
Luis Miranda

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Maese Luis es ante todo calle con nombre de Patios de Córdoba , porque se concentran tres en menos de cien metros, y los que saben distinguir entre zonas recuerdan sin pensar mucho en cómo son, y no saben los números pero sí que tienen claro dónde están.

En la mañana del miércoles sólo se puede entrar en uno de ellos y al pasar el portal que se abre con toda cortesía la cabeza es mucho más rápida que cualquier ordenador para sacar información: era un patio de arquitectura nueva , pero lleno de plantas tradicionales. En los últimos años se veía con el toldo que le daba una luz anaranjada y se escuchaba el canto de los pájaros . Estaba lleno de detalles de una familia que lo cuida y lo enseña como su tesoro.

Ahora su dueña, Isabel Cazalla , no está allí. Su empleada, Marta Sánchez , explica que se marchó a una casa de campo cuando empezó el confinamiento y allí ha permanecido desde entonces. Abre el patio para las fotografías y lo cierto es que le faltan pocos detalles para ser lo que era hace un año, lo que tiene que ser en 2021, cuando la ciudad se reencuentre con su fiesta más personal. «Antes estuvo mejor, porque las lluvias se llevaron muchas flores que estaban bonitas», explica.

Pero aún así todo está reconocible. Recibe una palmera. Parece que necesitaría raíces que llegasen a las entrañas de la tierra , pero su maceta, aunque sea grande, tampoco es desmesurada, y hay hasta sitio para otra. Se ven los soportes de las jaulas de los pájaros que en otras ocasiones fueron como una orquesta que recibía a los visitantes. Los animales siguen, pero están en el interior, «porque aquí se mojaban cuando llovía», y desde marzo no está la dueña de la casa para moverlos de dentro a fuera y viceversa.

Hacia el centro, no muy lejos del azulejo de San Rafael , hay una tortuga. Si los patios estuvieran abiertos estaría en otro lugar para evitar que la pisaran y el animal se habría metido en su concha para protegerse. Ahora ni los intrusos le han creado miedo . Está a sus anchas mientras lucen en una esquina un gran ficus y en otra una buganvilla naranja.

Patio de Maese Luis, 9 Valerio Merino

Hay que buscar otros puntos de la ruta, que es la más dispersa de toda la fiesta, porque termina en Maese Luis tras empezar en la Judería . Es una ruta a pie entre dos barrios, pero también llena de joyas. Cerca de la Mezquita-Catedral está uno de los patios más patios, por la antigüedad y por la forma de vida.

En la calle Martínez Rücker, 1 reciben una buganvilla con brácteas como de papel entre el rosa y el naranja y el letrero que cuenta que en aquella casa, a principios del siglo XVII, murió el pintor Pablo de Céspedes . El portal abierto es la antesala de un patio que es una casa porque se vive en él y de casas que se parecen al patio por el sentido de comunidad que se respira entre todas las familias que viven.

Ha llegado a mayo en tal perfección que parece un desperdicio que no esté lleno de gente que le hace fotografías y que llena al patio de piropos. Por eso los dos periodistas saben que tienen la suerte de poder mirar sin que les empujen quienes se hacen fotografías y sin más prisa que la de conseguir que el lector pueda sentir que entra en el patio aunque no pueda.

Rosas de pitiminí en el patio de Martínez Rücker Valerio Merino

Es una pena que no se pueda llevar el olor a sofrito que a la una de la tarde avisa de que está próxima la hora de la comida, y que se va haciendo poco poco a poco. El patio de Martínez Rücker 1 todavía conserva el estilo de vida de quienes compartían todos sus días. Ana Gutiérrez invita a fijarse en el brocal árabe que está en el centro y que no es un resto arqueológico, sino el testimonio de que era necesaria en una casa que lleva en pie mucho tiempo. «Ahora hay unas calas porque está cegado, pero queremos volverlo a abrir», explica, mientras habla de los arcos, también antiguos, que dan entrada al patio.

Hablan de la parra virgen que tapiza la pared del sur, pero sobre todo invitan a mirar las rosas rojas de pitiminí , que podrán disfrutar muy pocos. «Es un patio que en verano tiene sol, pero en invierno muy poco, así que ahora tiene sobre todo flores de sombra », manifesta Ana Gutiérez. Una palangana y una silla de barbero son testigos de una época más reciente, pero también pasada.

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