Opinión

La deconstrucción de Carmen

La vicepresidenta ha vivido su semana más negra entre el episodio vaticano y la resistencia a reconocer que Sánchez es uno y trino: ciudadano, jefe de la oposición y presidente

Carmen Calvo y Dolores Delgado, en una comparecencia en Moncloa efe/javier lizón

Rafael Ruiz

Si la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo , ha tenido una mala semana ha sido ésta. La imagen de la política egabrense, número dos del Gobierno de Pedro Sánchez a quien prestó fidelidad desde primera hora, se ha erosionado hasta quedar hecha trocitos tras dos intervenciones profundamente desgraciadas relacionadas con el traslado de la momia embalsamada de Franco del Valle de los Caídos a lugar por determinar y por la defensa de que el presidente del Gobierno puede sostener opiniones distintas dentro y fuera del cargo que en estos momentos ejerce. Se puede precisar, sin miedo a equivocarse, que la número dos del Ejecutivo ha quedado seriamente tocada como interlocutora política de la Presidencia .

El episodio del traslado de la tumba del dictador desde Cuelgamuros ha destapado una cruda realidad. El Gobierno empezó tan sensible operación sin un plan mínimanente articulado teniendo en cuenta la oposición, que era de esperar, de nietos y biznietos del finado a los planes de Moncloa . Calvo se plantó en el Vaticano con una cartera de cuestiones tal que sonaba a transacción. La fiscalidad de la Iglesia y la titularidad de los bienes más sensibles a cambio de una posición de neutralidad activa de la Curia en lo del general. La Santa Sede , que de diplomacia sabe algo, despidió a la vicepresidenta con buenas palabras y diez minutos después desmintió un supuesto acuerdo para evitar el entierro de Franco en la catedral de la Almudena , donde la familia Franco es concesionaria en la cripta.

El Gobierno ha caído en una trampa. Si abre la tumba del Valle, puede acabar con una presencia incómoda en el mismo centro de la Villa y Corte teniendo en cuenta que ninguna disposición legislativa permite al Estado la elección del lugar de enterramiento de nadie. El hecho de mezclar asuntos, IBI y Mezquita incluida, solo ha contribuido a expresar la situación de un Ejecutivo que tiene un lío y busca que alguien le tire un flotador ya.

El segundo episodio tuvo lugar en la propia Moncloa, cuando la vicepresidenta solventó a su manera la contradicción generada por su jefe inmediato, que declaró a boca llena que se había cometido un delito de rebelión en los hechos de octubre en Cataluña , cosa que ahora niega «su» Abogacía del Estado . Calvo realizó la metafísica distinción de la opinión del presidente y la del ciudadano Sánchez cuando era jefe de la oposición. Motivo por el cual existe la tesis en la prensa de Madrid de que la vicepresidenta intentó tomarle el pelo a la generalidad, en minúscula, de los televidentes.

Igual es pertinente señalar, en estos momentos de deconstrucción, las opiniones de la profesora Calvo, cuando no tenía responsabilidades de Estado. En su papel de vicepresidenta ejecutiva de la fundación Alfonso Perales , un grupo de pensamiento del PSOE laminado por Susana Díaz , participó en Sevilla en el año 2013 en unas jornadas organizadas por el Consell de Diplomàcia Pública de Catalunya (Diplocat) , el «servicio de exteriores» de la Generalitat . Junto al catedrático Pérez Royo , otrora felipista, la profesora de D erecho Constitucional de la Universidad de Córdoba defendió el pleno derecho de las instituciones autonómicas catalanas «dentro del marco legal» a convocar la consulta que entonces impulsaba Artur Mas y que preguntaba al electorado si estaba de acuerdo con crear un estado independiente. ¿Seguirá pensando lo mismo?

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