Susana Camarero, en un momento de la entrevista concedida a ABC
Susana Camarero, en un momento de la entrevista concedida a ABC - JAIME GARCÍA
DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

«Cada aviso que recibo de un crimen machista es como si mataran a mi hermana»

La «número dos» del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad destaca que el 78% de las víctimas vence a la violencia

Madrid Actualizado: Guardar
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Susana Camarero sonó en su día como posible relevo de Ana Mato y en las últimas semanas se aclimata a una situación algo distinta, con un titular, Alfonso Alonso, que se reparte entre Vitoria y Madrid. Con ambos titulares dice haberse sentido cómoda, aunque la Secretaría de Estado que ocupa sea todo menos fácil. Esta valenciana de 45 años se forja desde hace dos en el departamento con más carga social del Gobierno y esboza dos deseos para la campaña: que gane el PP y que se aparte la utilización de las víctimas de violencia doméstica de la refriega electoral.

El próximo miércoles se celebra el Día Internacional contra una lacra que se ha cobrado la vida de 48 personas este año.

Eran 46 por las mismas fechas de 2014 y llevamos semanas aciagas. Desde su despacho se palpa el sentir de la Gran Vía madrileña y la realidad de la calle atraviesa la entrevista con cifras negras. «Día 8, un hombre mata a tiros a su mujer en Baena; ese día otro asesina con una escopeta a su exmujer y exsuegra en Liria; el lunes un hombre mata a golpe de mancuerna a su novia en Oviedo...»

—En una semana, ocho asesinatos. A la sociedad no le cuadran los buenos datos como que aumentan las condenas y denuncias a maltratadores con el relato trágico que le leo. Parece que cuanto más avanzamos, más lo hace también la violencia machista. ¿Existe relación entre el empoderamiento de la mujer y el aumento de cifras de violencia machista?

—Los asesinatos son «la punta del iceberg» de la violencia machista, que no crece, sino que se muestra más. Hay una frase que define la lacra es: «La maté porque era mía». Cuando una mujer se revela ante un hombre que cree que es de su posesión y ella se empodera, es cuando pueden darse situaciones donde los malos tratos que estaban ocultos vean la luz. En una sociedad libre donde la mujer es capaz de hacer su vida es cuando se producen estas situaciones de violencia. Pero eso no nos tiene que hacer bajar la guardia, porque hay demasiados asesinatos y demasiado maltrato. Aunque las cifras se han reducido en los últimos años hay muchas mujeres que están en sus casas sufriendo y a las que tenemos que dar esperanza. Los datos positivos muestran que las mujeres tienen más confianza en el sistema. Y esa fortaleza para salir de la violencia las coloca en el momento más arriesgado para sus vidas. Cuando anuncian al maltratador que se van a marchar o separar, su alternativa es pedir ayuda porque hay profesionales que las apoyan y hacen posible que casi un 78%de ellas salgan del maltrato.

—¿Desligamos entonces la casuística de relacionar violencia de género con penuria económica?

—Se da por desgracia en todas las edades y en toda clase social, también en mujeres trabajadoras, que triunfan en su vida social. Hay que tenerlo claro: cualquier mujer puede ser violencia de género. El perfil es amplísimo.

—¿Usted, secretaria de Estado, ve en la acera a un señor en el paso previo, en lo que llamamos el germen de la violencia de género, y cómo actúa?

—Es muy importante lo que dice porque hemos avanzado mucho en sensibilización de la sociedad. Hace diez años aprobamos una ley contra la violencia de género y la sacamos del entorno familiar. Y en esta década se ha conseguido que la sociedad rechace la violencia de género al 98%. Estamos en el momento de dar un paso más, exigir a la población ser más proactiva en cuanto detectemos los signos aparentes de violencia, sobre todo haciendo ver a la víctima que no está sola.

«Es el momento de que la sociedad tome la iniciativa y denuncie cuando vea signos aparentes de violencia. Ayudémoslas todos»

—Pero mi pregunta es: ¿Hasta qué punto es cómplice el vecino que oye discutir amargamente a sus vecinos y no denuncia al ver que se «pasan»?

—No voy a criminalizar a nadie. Lo importante es que seamos conscientes de la gravedad que conlleva e intentemos ayudar. Necesitamos a cada ciudadano. Por eso pido implicación a toda la sociedad implicación. Ayudésmolas entre todos a salir de la violencia.

—Y ahora diríjase a una amiga suya que tiene una hija o hijo, ¿ante qué señal se tiene que poner en guardia?

—Las campañas han servido para eso. Cuento una anécdota: tras un spot en el que una joven llamaba al 016 y decía que había salido del control de su novio y ayudaba a su amiga a salir de esa situación similar, se multiplicaron las llamadas al 016 de madres que decían «mi hija no es víctima, pero le pasan las cosas que le pasan a la niña del anuncio». Esos son los síntomas: que de repente vean que se ejerce un control abusivo, los celos nunca son amor, sino el germen de la violencia de género. Que de repente controlan horarios, móvil, ropa, intentan separar de las amistades... Tienen que detectarlo las víctimas y revelarse –«ese chico no quiere más por controlarme»–.

—¿Pero el 016 va a conseguir separar a una niña «colgada» de su novio?

—El 016 es la puerta de entrada a la salida de la violencia, es la primera puerta que cruza una mujer que quiera salir. Tiene profesionales que las orientan, indican dónde pueden ir, hay psicólogas de quitarse el sombrero que hacen que las víctimas se den cuenta de que esa situación no les pasa a todas las mujeres, que no es normal. Queremos que nos pidan ayuda.

—Pues tengo el cajón lleno de peticiones, de quejas de mujeres, por la laxitud de la justicia entre otras cosas...

—Hemos avanzado mucho en los últimos años con la formación de profesionales que operan con este tipo de violencia, sobre todo las Fuerzas policiales y los juzgados, que también se están refozando. En los últimos cuatro años se ha logrado un derecho que no tenían antes: asistencia jurídica gratis a todas las víctimas independendientemente de su situación económica, incluso antes de presentar la denuncia. Y se ha mejorado el sistema de valoración policial de riesgo de la víctima, de modo que vamos a lograr con ello que el juez dicte medidas de protección personalizadas.

—A final de legislatura no puedo dejar de preguntarle si se ve en el próximo Ejecutivo, como ministra tal vez...

—Quiero que el PP esté en el gobierno y a partir de ahí estaré donde me diga el presidente. Hemos hecho una labor importantísima quizás en los años más duros que nos ha tocado vivir. Hemos sacado a España de la crisis, y en paralelo no hemos dejado de cuidar el bienestar ciudadano. Ha sido un honor formar parte de ello. Trabajar por las personas tomando decisiones que ayudan a cambiar la vida de quienes lo necesitan es una satisfacción.

—Haga autocrítica, esa «espinita» que le queda clavada, ¿cuál es?

—Hay mucho por avanzar, por ejemplo en el desarrollo de la ley de género, introducir nuevas formas de violencia, no podemos conformarnos con lo hecho.

—¿Vive más cómoda desde que el ministro comparte Vitoria y Madrid?

—Parecido, igual. En este Ministerio no se vive muy cómoda, sinceramente. Esta Secretaría te da satisfacciones, pero con la materia que tratamos me cuesta mucho conciliar el sueño.

—¿Qué asunto le ha robado más horas de sueño?

—Cada vez que me suena el teléfono con un aviso de que han matado a una mujer es como si hubiesen matado a mi propia hermana. Esto hay que vivirlo.

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