Fumar aumenta el riesgo de infarto a todas las edades
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TABAQUISMO

Fumar antes de los 50 años aumenta más de ocho veces el riesgo sufrir un infarto

Si bien el riesgo de infarto se reduce con la edad, en los menores de 50 años es hasta 8,5 veces mayor en los fumadores y ex fumadores que en aquellos que nunca han fumado

MADRID Actualizado: Guardar
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Fumar es malo, muy malo, para la salud. De hecho, el hábito tabáquico es el principal factor de riesgo para padecer una muerte prematura. Y entre los principales males ocasionados por el tabaco destacan, además del cáncer, las enfermedades cardiovasculares. No en vano, es bien sabido que fumar aumenta de forma muy notable el riesgo de episodios cardiovasculares mortales, caso sobre todo del infarto de miocardio. Y este riesgo incrementado, ¿es igual para todos los fumadores? Pues parece que no, dado que como muestra un estudio dirigido por investigadores del Hospital Nothern General de Sheffield (Reino Unido), el riesgo frente a la población no fumadora disminuye con el paso de los años, siendo tres veces superior en la población mayor y hasta 8,5 veces superior en los menores de 50 años.

Como explica Ever D. Grech, director de esta investigación publicada en la revista « Heart», «todas las personas fumadoras deben ser alentadas para recibir terapia de cesación tabáquica con el objetivo de reducir su riesgo de infarto agudo de miocardio, muy especialmente los fumadores más jóvenes, cuyo riesgo incrementado suele estar poco reconocido».

A todas las edades

Para llevar a cabo el estudio, los autores analizaron los historiales médicos de 1.727 adultos que, residentes en el norte de Inglaterra, recibían tratamiento tras sufrir un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST –o ‘STEMI’, infarto cuyo patrón típico en el electrocardiograma (ECG) muestra la muerte de una gran proporción de células del miocardio–. El 48,5% de los participantes eran fumadores, mientras que poco más de un 27% eran ex fumadores y el 24% restante nunca había fumado.

Los resultados mostraron que los fumadores tuvieron de media una edad hasta 10-11 años menor que los no fumadores cuando sufrieron el infarto. Una situación que podría explicarse por el hecho de que, comparados frente a los participantes que nunca habían probado el tabaco, tanto los fumadores como los ex fumadores tenían una probabilidad dos veces mayor de haber padecido al menos un episodio previo de cardiopatía isquémica –enfermedad en la que las arterias coronarias, responsable de nutrir de sangre al corazón, presentan aterosclerosis, es decir, se encuentran parcialmente obstruidas por las placas de ateroma– y hasta tres veces superior de enfermedad vascular periférica –aterosclerosis en los vasos sanguíneos que irrigan las piernas.

Todos los fumadores deben ser alentados para recibir terapia de cesación tabáquica con el objetivo de reducir su riesgo de infarto
Ever Grech

Es más; combinando los datos de los historiales clínicos con los registrados en la Encuesta Integrada de Hogares de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido (ONS-IHS), los resultados constatan que el riesgo de sufrir un infarto es significativamente mayor en la población fumadora –y ex fumadora– que en aquella que nunca ha tocado el tabaco. Pero, exactamente, ¿cuánto aumenta este riesgo? Pues en el caso de la población mayor de 65 años, hasta tres veces. Y en el caso de las personas con edades comprendidas entre los 50 y los 65 años, más de cinco veces.

Sin embargo, el mayor riesgo se observó en la población menor de 50 años. Y es en que este caso, el riesgo de sufrir un STEMI fue hasta 8,5 veces mayor en la población fumadora y ex fumadora que en las personas que, de su misma edad, nunca habían fumado.

Placas más vulnerables

Y este incremento abrumador del riesgo de infarto asociado al tabaco en los menores de 50 años, ¿a qué obedece? Pues como reconocen los propios autores, «no es fácil de explicar. Y es que por lo general, las personas de este grupo de edad no tienen muchos de los otros factores de riesgo cardiovascular que se observan en los fumadores más mayores, caso de unos niveles elevados de colesterol, la hipertensión arterial o la diabetes».

Así, como concluye Ever Grech, «nuestros hallazgos sugieren que el tabaco debe ser el factor de riesgo más importante. De hecho, ya hay otros estudios que han mostrado que las placas de ateroma depositadas en las arterias de los pacientes fumadores difieren de las de los no fumadores y parecen más vulnerables a la ruptura».

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