La ministra de Turismo de Sudáfrica, Thokozile Xasa, durante la entrevista
La ministra de Turismo de Sudáfrica, Thokozile Xasa, durante la entrevista - José Ramón Ladra

«Seguimos teniendo una economía heredera del apartheid»

La Ministra de Turismo de Sudáfrica, Thokozile Xasa, defiende la agenda reformista del gobierno, cada vez más falto de credibilidad por los escándalos de corrupción que afectan a su presidente

MADRID Actualizado: Guardar
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Las siglas de la ANC (African National Congress) son en Sudáfrica sinónimo de lucha contra el apartheid. El partido con el que Nelson Mandela ganó en 1994 las primeras elecciones democráticas del país se enfrenta ahora a una crisis de credibilidad sin precedentes. Los cargos de corrupción contra el presidente Jacob Zuma, ya condenado por emplear varios millones del erario público en remodelar su vivienda, han llevado al ANC a ver peligrar su mayoría absoluta en el Parlamento. Además, la estrechísima relación de Zuma con los Gupta, una familia de millonarios indios, levanta sospechas sobre algunas de las decisiones del presidente, como la destitución express de ministros molestos para los intereses del clan indio.

No es el político el único de los frentes que han de vigilar en el partido de Mandela.

Las protestas sociales han aumentado significativamente en los últimos años, muy en especial las relacionadas con el alto coste de las matrículas universitarias y con la falta de viviendas protegidas para la mayoría negra. A todo esto se le añaden las violentas tensiones raciales que sacuden periódicamente a un país que no parece que haya acabado de dejar atrás los vestigios del apartheid.

El crecimiento de la industria turística está generando algunos problemas para los sudafricanos, por ejemplo en Ciudad del Cabo, donde su suceden las protestas por la expulsión de la población más pobre, por lo general negra, a los suburbios, fruto del encarecimiento del suelo que supone su popularidad turística. ¿Hasta qué punto la industria turística puede llegar a suponer más desventajas que oportunidades para la población en un contexto social como el africano?

Eso es cierto. Si vas a Ciudad del Cabo, verás la Ciudad del Cabo de la que todo el mundo habla, una ciudad rica, con clase. Pero en esa misma ciudad hay bolsas de pobreza, de gente que no puede disfrutar de esa belleza porque todo lo que ves ha sido diseñado para el turista extranjero. Para contrarrestar esto, estamos desarrollando lo que llamamos «turismo doméstico». La mayoría de nuestro turismo se centra en atraer turistas extranjeros. Antes de 1994, Sudáfrica recibía tres millones de visitas, prácticamente todos extranjeros. El año pasado recibimos diez millones de visitas. Estamos intentando abrir nuestro negocio, porque cada vez está viajando más gente, surgen nuevos mercados… Pero lo importante es: ¿Cómo hacer que nuestro pueblo participe de esto? Creemos que lo que hay que hacer es promover los pequeños negocios de servicios y que cualquiera pueda atender a los visitantes que llegan a su pueblo o ciudad. Queremos movilizar a las comunidades para que estén preparadas. No sólo nos centramos en el negocio del turismo y de la hostelería, sino en todos los negocios que puedan aportar algo. Estamos formando a gente joven en trabajos que puedan ser útiles. En cinco o diez años te podemos invitar a estas zonas de Ciudad del Cabo y verás lo que hemos conseguido con esta transformación económica radical.

Si nos atenemos a los datos, vemos que la población blanca, apenas el 8% de la población, es propietaria de casi toda la riqueza mientras la mayoría negra vive en la pobreza y la marginación, ¿subsisten en Sudáfrica rémoras de la época del apartheid?

De hecho, seguimos teniendo una economía heredera del apartheid. Ayer, nuestro ministro de Trabajo hizo públicos unos datos sobre nuestra economía. Son unas cifras muy impactantes. Nuestro sistema económico sigue beneficiando mucho a los blancos. Es un sistema injusto: la gente con dinero decide lo que pasa. Ahora mismo el gobierno tiene poder político para cambiar este sistema. Por ejemplo, en la energía, todo el mundo debe tener acceso a la energía. Estoy muy contenta porque desde 1994 hemos conseguido que cerca de un 80% de la población que nunca había tenido acceso a electricidad ahora lo tenga. Esa energía forma parte de lo que llamamos servicios básicos gratuitos para la gente que no se lo puede permitir. El programa que el gobierno está implementando en agricultura está enfrentado a estos grandes propietarios, los que se han estado beneficiando de los recursos, recursos que exportaban forzando al país a comprarlos fuera. No había equilibrio. Las políticas que está llevando a cabo el gobierno están generando una transformación económica radical. Por ejemplo, parte de nuestros programas están centrados en lo que llamamos industrias negras, centrados en esos negros que tienen ideas de negocios que pueden crecer, y el gobierno da apoyo financiero para esa gente.

Por otra parte, en su país son constantes los brotes de violencia racial, bien sea de blancos contra negros, de negros contra blancos o de sudafricanos contra inmigrantes. Esta misma semana, en la ciudad de Coligny, ha habido disturbios raciales con quema de casas incluidas, ¿por qué existe un Sudáfrica un clima social tan marcado por las tensiones raciales?

Eso no pasa solamente en Sudáfrica. Es una cosa horrible que está pasando en todas partes, la intolerancia entre razas. En Sudáfrica no hemos superado los remanentes del apartheid, pero ahora esto está creciendo en todo el mundo. El odio crece en todo el mundo; la pérdida del valor de la vida humana; cómo se mata a la gente y otros pasan al lado y como si nada… Es algo a lo que nos enfrentamos y estamos tratando de superarlo. Si miras lo que pasa en Sudáfrica, junto a esos restos del apartheid, lo cierto es que estamos muy abiertos al mundo. Somos el segundo país del mundo, tras EE.UU, con más embajadas. Sudáfrica es un punto de encuentro de todas las culturas del mundo pero, desafortunadamente, el color todavía importa: pobreza, desigualdad, paro…eso afecta principalmente a nuestra gente. Tenemos que mirar las cosas positivas que hemos hecho. En Sudáfrica hay muchos negros e indios y gente de muchos grupos raciales que han conseguido graduarse y que han echado raíces en nuestras ciudades. Sudáfrica tiene una ventaja muy grande: es una economía estable y eso ha atraído a gente de muchísimos países africanos buscando oportunidades. Pero muchos, al llegar, se encuentran que no tienen trabajo, no tienen casa…y eso crea muchas tensiones en los barrios de las ciudades, pero es algo que surge en todos los países que reciben mucha inmigración.

Además de estos problemas raciales, los últimos meses se ha vivido un repunte de las protestas sociales en su país, como las huelgas estudiantiles por los costes de la matrícula universitaria, prohibitivos para la mayoría de los negros, ¿hay en su país un clima de descontento social?, ¿qué cree que ha propiciado este malestar?

No diría que hay descontento social. Sudáfrica es un país democrático, tenemos la mejor constitución del mundo. Cuando la gente convoca manifestaciones pacíficas, las aceptamos, pero cuando se vuelven violentas el gobierno tiene que intervenir. Eso no es negociable. Ahora tenemos una situación de jóvenes cuyos padres no pueden permitirse pagar la universidad, y asistimos a esa gente. Pero se protesta exigiendo que todos los estudiantes reciban dinero del gobierno. Seguimos incrementando cada año el dinero dedicado a educación, a salud, a políticas de vivienda para sacar adelante a la gente de ambientes desfavorecidos. Ha habido protestas porque nos hemos centrado sólo en los que no pueden permitírselo, solo en los pobres, y eso ha generado malestar. Educación gratuita para los pobres, no para todos.

Usted lleva poco más de un mes en su cargo, después de que el presidente Zuma hiciese un remodelación express de su gobierno que ha generado mucha polémica en Sudáfrica, ¿por qué varios ministros, entre ellos el de Finanzas, fueron destituidos de la noche a la mañana?

Nunca ha sido asunto del pueblo ni de nadie de fuera dictar las prerrogativas del presidente. En la Constitución pone que el presidente tiene la prerrogativa de cambiar ministros cuando crea que necesita hacerlo. Y eso hizo. Ahora nuestro partido tiene su congreso, a final de año, y eso ha llevado a los líderes a hacer campaña. Cada cinco años tenemos el congreso y al mismo tiempo el gobierno tiene elecciones cada cinco años. De acuerdo con la Constitución, el presidente sólo puede estar dos legislaturas, así que tenemos nuestras tensiones internas, unos descalifican a otros… Todo ha sido una maniobra de contaminación pagada por los que han estado controlando nuestra economía. El presidente va a explicar esta semana por qué ha hecho estos cambios, algo muy raro, nunca en ningún país un presidente ha dado explicaciones de por qué ha cambiado a su equipo. Además, nadie habla de muchos de los ministerios que se han cambiado, como el mío, sólo le interesa el ministro de Finanzas, así que te puedes imaginar por dónde van las cosas. No es que el Gobierna sea más de izquierdas ahora, es que la derecha está más molesta con el gobierno de izquierdas.

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