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Benoit Hamon, tras su triunfo en la primera vuelta de las primarias socialistas, este domingo por la noche en París - EFE

Hamon recibe el apoyo de los principales líderes socialistas para la segunda vuelta

Montebourg y Peillon piden el voto para el vencedor de la primera ronda de las primarias del PS francés

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Benoît Hamon, exministro de Educación de Francia, y Manuel Valls, ex primer ministro, se disputarán el próximo domingo el liderazgo socialista y la candidatura del PS a las presidenciales, en una segunda vuelta en la que parte favorito el primero. Las primarias socialistas están marcadas por un escándalo potencial: la burocracia socialista pudo manipular los resultados de la primera vuelta, por «azar» o «incompetencia».

Veinticuatro horas después, el Partido Socialista era incapaz este lunes de publicar los resultados del escrutinio definitivo, en una votación en la que solo participaron 1.601.139 simpatizantes, según los últimos resultados oficiales. «Le Monde» resumía el increíble lío de la burocracia socialista con este comentario: «Las cifras del escrutinio de la primera vuelta fueron manipuladas, para inflarlas, y ocultar el fracaso de la participación; por un milagro estadístico difícil de explicar o, sencillamente, por pura incompetencia».

El escándalo no modificaría el resultado de la primera vuelta, que nadie contesta, pero dejaría al descubierto la incompetencia del partido gobernante.

Con 582.014 votos en la primera vuelta (el 36,35 % del total), Benoît Hamon se perfila como posible ganador de la segunda, el domingo próximo, día 29. Arnaud Montebourg (280.519 votos, el 17,52 % del total) y Vicent Peillon (109.678 votos, el 6,85 % del total) han pedido a sus electores que voten a Hamon, que cuenta con el apoyo de personalidades influyentes como Martine Aubry, alcaldesa de Lille, exministra, hija de Jacques Delors, vieja enemiga a primera sangre del binomio Hollande-Valls.

Valls lo tiene difícil. Solo Pinel y De Rugy le prestarán un menguado socorro

Con 498.114 votos en la primera vuelta (el 31,11 % del total), Manuel Valls lo tiene muy difícil para evitar la derrota final. Entre los candidatos rivales, solo Sylvia Pinel (31.703 votos, el 1,98 % del total) y François de Rugy (62.124 votos, el 3,88 % del total) le prestarán un menguado socorro.

Aritméticamente, Valls puede temer una derrota anunciada. Su gran esperanza es una «movilización excepcional» de electores potenciales que no votaron en la primera vuelta y estuviesen dispuestos a apoyarlo en la segunda y definitiva. Ante tal relación de fuerza, el duelo final Hamon-Valls se confirma como un duelo a garrotazos de dos izquierdas enfrentadas e incompatibles.

Valls encarna el social reformismo de la socialdemocracia más tímida, presentándose como «responsable y realista». Es un programa que entusiasma poco a los electores de izquierdas. Hamon encarna el «auténtico socialismo», proponiendo la ruptura contra la herencia de la dupla Hollande-Valls. Gane quien gane, se trata de una vía clara y directa a la división del PS y un histórico fracaso electoral.

«Decadencia irreversible» del PS

Jean-Luc Mélenchon, exministro, candidato de todas las izquierdas hostiles a la pareja Hollande-Valls, estima que el PS está cavando su propia tumba: «Estamos asistiendo a la decadencia irreversible del Partido Socialista». En un tono apenas menos apocalíptico, el vespertino «Le Monde» abría su portada del lunes con este titular, a toda página: «Hamon-Valls, la fractura abierta del PS». A juicio del rotativo, las primarias socialistas han puesto en marcha una «máquina para perder», abriendo grietas insalvables entre unas familias socialistas caídas de hinojos en la crisis más grave de la historia del PS.

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