Marco Rubio, en el debate, ante Donald Trump
Marco Rubio, en el debate, ante Donald Trump - AFP

Debate RepublicanoRubio se consolida como alternativa al populismo de Trump y Carson

El tercer debate republicano vuelve a relegar a Jeb Bush y refuerza a Kasich y Ted Cruz

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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Tres debates después, las alternativas sólidas en el Partido Republicano al populismo de Donald Trump y Ben Carson siguen siendo escasas. El favorito, Jeb Bush, otra vez sin sitio y poco desenvuelto, volvió a desaprovechar anoche la oportunidad de asentar su mensaje y demostrar que es una opción sólida y creciente. Sólo el hispano Marco Rubio, el senador Ted Cruz y el gobernador de Ohio, John Kasich, parecieron salir reforzados de las dos horas de un cara a cara algo enredado inicialmente, pero que fue cogiendo ritmo y contenido a medida que avanzaba la noche. Bien es cierto que un cruce de propuestas sobre economía entre diez candidatos difícilmente aclara las iniciativas ni el autor de cada una de ellas.

Más bien termina dando por desaparecidos a muchos de los contendientes.

El debate celebrado en la Universidad de Colorado, en la localidad de Boulder, y que fue retransmitido por la cadena CBS, volvió a confirmar que entre una multitud de diez candidatos en televisión, obtiene más provecho quien es capaz de lanzar el mensaje más certero en el momento más oportuno. Cuestión de saber conectar. Así lo entendió Marco Rubio, el más acertado y aplaudido toda la noche. El senador de Florida mantuvo un tono acertado a lo largo del debate: supo hacer oír frases con gancho, como que «el mejor super PAC demócrata son los principales medios norteamericanos»; fue el único que insistió en la crítica a los rivales, y en especial a Hillary Clinton, la gran rival, algo bien recibido por el público, pero que sorprendentemente los aspirantes republicanos se han empeñado en utilizar poco, más preocupados por sus propios contrincantes en el partido.

El menor de los Bush no logra acertar con la medida y con la forma, que también afecta al fondo. Como cuando lanzó la frase «necesitamos un unificador, no un separador en jefe», y apenas llegó a su destinatario. Aunque se recuperó de su mal comienzo, el exgobernador no logró tampoco que los centenares de simpatizantes del partido reaccionaran una sola vez a sus afirmaciones. Tuvo un desafortunado arranque afeando a Marco Rubio sus ausencias del Senado, lo que provocó un inesperado rifirrafe entre los dos representantes de Florida, ambos del establishment, olvidando que ahora mismo son los líderes de las encuestas, los outsiders Trump y Carson, los verdaderos rivales en la carrera. El vencedor fue Rubio. El hispano supo reaccionar con la rapidez que está demostrando en los debates, con especial brillantez en las réplicas: «Obama, Kerry y McCain también faltaban». O «yo no soy el pasado».

El revuelto debate, en especial en su primera parte, dio para más desencuentros, a menudo utilizados por algunos de los intervinientes para destacar. Como cuando Trump frenó en seco a Kasich para echarle en cara que el desarrollo de Ohio bajo su mandato se lo debía al «desarrollo del fracking». Sabedor de su experiencia y conocimiento en gestión y economía, al millonario neoyorquino no le interesaba que crecieran rivales de peso a su alrededor. Y ocurrió también cuando Ted Cruz, quien también arriesgó, lanzó una batería de reproches, a Kasich, Marco Rubio, Bush y Trump, en un alarde de protagonismo que le permitió algo de lucimiento. Cruz arrancó el suficiente provecho con un discurso crítico que sabe que puede arañar votos entre los enfadados simpatizantes del Partido Republicano, que son legión.

El gran derrotado fue quien encabezaba las encuestas, después de desplazar a Trump. Muy dubitativo cuando los moderadores le inquirían sobre sus soluciones fiscales y económicas, derivó en una reiteración sobre la necesidad de recortar gasto público frente al dispendio de la Administración Obama.

El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, siempre con un discurso bien armado pero poco efectivo; la exejecutiva Carly Fiorina, la única mujer y algo irregular; el ultraconservador Mike Huckabee, peor que en anteriores ocasiones, y un desaparecido y con un pie fuera de la carrera Rand Paul, completaron las apariciones en el tercer debate republicano.

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