Crisis entre Berlín y Viena por la llegada en masa de refugiados

Alemania acusa a Austria de empujar a los inmigrantes hacia su territorio

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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La tensión entre Alemania y Austria se disparó ayer a causa de la crisis de los refugiados, pero no por el hecho de que el gobierno de Viena anunciase su intención de levantar una valla en su frontera con Eslovenia, sino por el «descontrol» en la gestión de la crisis y por el «comportamiento inaceptable» que el ministro de Interior alemán reprochó al gobierno austríaco. «El comportamiento de Austria en los días pasados no estuvo bien (...) Tenemos que criticar que al entrar la noche y sin que mediara una advertencia fueron llevados refugiados a ciertos puntos de la frontera alemana, sin que se pudieran efectuar los preparativos necesarios», se quejó el titular alemán de Interior, Thomas de Maizière.

«Austria se comprometió a volver a actuar de forma ordenada (..) Espero que esto ocurra inmediatamente», exigió.

Se refería sin citarlos expresamente a los autobuses fletados en Austria para trasladar a toda prisa a los refugiados recién llegados desde Eslovenia hasta la frontera con el sur de Alemania. La flota de autobuses circula con el letrero «Sonderfahrt» (Traslado Especial) en el frontal de los vehículos y funciona a modo de correa de transmisión del problema. Solo en la jornada de ayer 75 autobuses llevaron hasta Passau y Wegscheid a unos 3.000 refugiados que cruzaron los 350 kilómetros de territorio austríaco por este medio. «Sí, he escuchado en la radio que Alemania está descontenta con estos traslados y en la frontera también he escuchado comentarios desagradables, pero yo soy un mandado, hago mi trabajo y no me meto en política mundial», declaraba a la televisión alemana uno de los conductores.

El flujo de refugiados en a través de la frontera entre Alemania y Austria no cesa. Ayer ingresaron unas 5.500 personas, según la policía alemana, mientras que los fines de semana la cifra supera las 15.000. Las largas colas al raso ocasionan no pocos problemas. Dos hombres desesperados se arrojaron ayer a las aguas del río Inn para tratar de cruzar a nado evitando así los controles y el portavoz de la policía fronteriza asegura que «subestimaron la corriente del río y se salvaron solo gracias a que pudieron sujetarse a un pilar del puente hasta que los rescatamos».

La intención de la canciller Merkel es mantener la calma e instar con discreción a la vecina Austria a realizar lo más rápida y efectivamente la tramitación de las solicitudes, sin mostrar públicamente su descontento por la situación humanitaria en la frontera ni por la construcción de la valla. «Siempre hemos dicho que las vallas no son la solución a esta cuestión», se limitó ayer a decir el portavoz del gobierno alemán, Steffen Seibert. El encargado de la coordinación de la crisis de los refugiados, el ministro de Cancillería Altmeier, se remitió al encuentro que el próximo fin de semana celebrarán los máximos representantes de la gran coalición de gobierno para reajustar su respuesta común a la crisis. Pero otros actores políticos alemanes están sin duda dispuestos a hacer bastante más ruido.

Ese es el caso del ministro de Interior, más de acuerdo con la Unión Socialcristiana bávara (CSU) y con el ala más conservadora de la Unión Cristianodemócrata de Merkel (CDU), que ayer anunciaba la prolongación de los controles fronterizos al menos hasta el 13 de noviembre y, además de afear públicamente la conducta de Austria, se quejaba amargamente de que «Afganistán figura este mes y en todo el resto del año en el segundo lugar de los países de origen de los refugiados que llegan a Alemania y eso es algo inaceptable». En su opinión, están llegando más y más afganos de clase media que, al igual que los jóvenes, debieran permanecer en su país para trabajar por su reconstrucción.

«Hacemos todo lo posible»

Desde Austria se realizaban esfuerzos por controlar la escalada de declaraciones. Ante la tensión diplomática, el ministro de Exteriores Sebastian Kurz, brillante pero carente quizá de experiencia a sus menos de 30 años, fue apartado momentáneamente del contencioso y el canciller Werner Faymann compareció en persona junto a su número dos, Reinhold Mitterlehrer, para suavizar asperezas. «Hacemos todo lo posible por agilizar los procesos, tenemos 2.000 funcionarios en la frontera trabajando constantemente, además de voluntarios civiles y personal del ejército».

Evitando los reproches de los críticos con la política de Merkel, Faymann aclaró que «mi interlocutora es la canciller alemana». Y dejó caer una amenaza: «Estamos trabajando juntos por lograr el mismo objetivo, pero si dentro de unas semanas no vemos más dinámica en la seguridad y control de las fronteras exteriores europeas, tendremos que ver la posibilidad de discutir medidas nacionales propias».

Los refugiados que llegan desde Austria son instalados en salas de eventos como la de Passau, a la que llegaron ayer unas 1.700 persona. El centro de acogida de Freilassing, con 1.200 personas hacinadas, está enviando a su vez autobuses a Berlín para que los refugiados sean reasignados cuanto antes.

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