Bombardear hospitales, la guerra sucia contra los más débiles

Según explica el director general de MSF en España, Joan Tubau, es habitual que haya personas en Siria que, por miedo a morir en un ataque militar, no quieran ingresar en un centro sanitario pese a estar heridas o enfermas

Madrid Actualizado: Guardar
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Atrás quedan los tiempos del barro, los cañones, las trincheras, el cuerpo a cuerpo y la concordia en el campo de batalla. Hoy, aunque los soldados siguen siendo soldados, los drones hacen el trabajo sucio de las bayonetas, las armas químicas ahorran tiempo y la ética bélica queda para los libros de historia. En pleno siglo XXI, con multitud de tratados que regulan las guerras y las relaciones entre países, los civiles son objetivo militar y los ejércitos atacan sin contemplaciones hospitales en Siria, Afganistán o Yemen repletos de civiles que se han topado con la guerra.

«Cruzar esta línea roja sin que pase nada cada vez nos acerca más a la triste realidad de que no va a ser posible cuidar a los enfermos en zonas de guerra», lamenta Joan Tubau, director general en España de Médicos Sin Fronteras (MSF), una organización que ha sufrido en primera persona el problema ya que, en los últimos meses, varios de los hospitales a los que apoya en dichos países han sido bombardeados.

En el año 2015, según los datos de MSF, hubo 106 ataques a 75 hospitales apoyados o gestionados por la organización: 63 en Siria, cinco en Yemen, cinco en Ucrania, uno en Afganistán y otro en Sudán. En lo que va de 2016, 18 de sus hospitales han sido atacados: 16 en Siria y dos en Yemen. «Claro que a veces nos pasa por la cabeza volvernos, dejar de ir», reconoce Tubau, quien incide en que los médicos de su organización no son «ni mártires ni suicidas» y que ya ha habido lugares, como Somalia, donde han dejado de cooperar en virtud del alto riesgo que corrían sus vidas.

Tubau no entiende tantos ataques
Tubau no entiende tantos ataques - MSF

«Los bombardeos a hospitales se están convirtiendo en una tendencia muy preocupante», subraya Tubau en declaraciones a ABC, donde también critica que, salvo China, «todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU están involucrados en conflictos en los que se vulneran los derechos de guerra». Según el director general, estas leyes, «perfectamente definidas en el Derecho Internacional Humanitario, generan y defienden un espacio de protección para no beligerantes o enfermos en zonas de guerra». Sobra decir que con cada bombardeo sobre un hospital civil se incumple esta normativa. «Estamos pisoteando líneas rojas de manera sistemática y lo están haciendo actores muy emblemáticos a nivel político», añade Tubau.

750 sanitarios muertos

Habitualmente la guerra ha estado reservada para los soldados, aunque también es cierto que la población civil ha sufrido sus consecuencias históricamente. Desde Hiroshima hasta Guernica, pasando por Bagdad, la aviación ha causado estragos y el último ejemplo está en Siria. De acuerdo con el recuento realizado por Physicians for Human Rights, una organización norteamericana que vela por el respeto de los Derechos Humanos, 373 instalaciones médicas han sido atacadas sólo en Siria desde marzo del año 2011 hasta el 31 de mayo de 2016.

El mismo organismo eleva hasta los 750 la cifra de sanitarios muertos en el país en este periodo. La autoría de los bombardeos corre a cargo, en la mayoría de ocasiones, del ejército del Gobierno de Siria, a las órdenes de Bashar Al Assad. De los 373 ataques, al menos 291 llevaron su firma; mientras que de las 750 muertes, al menos 667 corren a cargo de las fuerzas gubernamentales sirias. También destacan los 16 bombardeos, y por lo menos un asesinato, protagonizados por la aviación rusa. Y eso que dicho estudio no contabiliza los civiles sirios muertos, únicamente al personal médico.

Miedo al hospital

Sobre el terreno, allí en Siria, está el doctor Hussein, director de un hospital del este de Alepo, quien insiste en la importancia de mantener la Sanidad en la zona: «Los escasos hospitales que quedan en la ciudad son vitales para la supervivencia de la población. Sin ellos se enfrenta una muerte lenta».

Tubau se expresa en los mismos términos y replica que los bombardeos a centros sanitarios sirios son tan habituales que los pacientes se lo piensan dos veces antes de pasar allí varios días. «En función de la gravedad de lo que tengan, piensan si les conviene o no que les ingresen porque bombardean más los hospitales que sus casas», advierte el dirigente de Médicos Sin Fronteras, quien teme porque la población de estos países no recobre nunca la confianza en las estructuras sanitarias, no porque no funcionen correctamente, sino porque no sean seguras.

«Esto es el día a día», lamenta Tubau, quien confirma que en MSF son conscientes de los riesgos de la guerra —«hemos aprendido a las bravas», reconoce— pero también sabe que, si los ataques a hospitales en zonas de conflicto armado continúan y nadie hace nada por mantener la ética, será imposible atender a enfermos o heridos en la guerra, aunque no participen en ella, aunque sólo se la hayan encontrado. «Eso sí que sería extraordinariamente grave», culmina Tubau, que hace las veces de portavoz involuntario de todos aquellos que se juegan la vida por ayudar a otros mientras los líderes mundiales —que podrían cambiar esta situación— prefieren mirar hacia otro lado.

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