76% de los brasileños quieren la renuncia de Temer

El presidente de Brasil, Michel Temer, ya es el más impopular de Brasil desde 1989, incluso más que Dilma Rousseff, que fue destituida hace un año cediéndole la vacante. Una encuesta del Instituto Datafolha apunta que un 65% de los brasileños quieren que Temer salga del gobierno, y un 76%, que renuncie. Solo el 7% de los brasileños aún lo apoyan, dos puntos más que el 5% de José Sarney, en la década de 80, cuando el país vivía los peores tiempos de la hiperinflación.

Según la encuesta publicada el sábado en Folha de São Paulo, la mayoría de los entrevistados quieren que Temer - cuyo mandato acabaría a fines del 2018-, renuncie o sea destituido en el Congreso.

Un 69% de los brasileños consideran su Gobierno como malo o pésimo.

La situación de Temer es delicada desde mayo, tras haber sido grabado y denunciado por corrupción en un proceso que corre lentamente en la Corte Suprema. Pese a la impopularidad, el mandatario se sostiene gracias a articulaciones políticas que le han dado sobrevida en el Congreso, donde ninguno los catorce pedidos de destitución ha seguido trámite, y presentándose como el predestinado a sacar al país de la crisis económica que se vive hace tres años.

Aparentemente acorralado, Temer ha mantenido el argumento de que es víctima de una conspiración orquestada por el empresario Joesley Batista, dueño de JBS, empresa líder mundial de la industria cárnica. Batista lo grabó en una conversación polémica, en que ambos hablan con intimidad sobre sobornos, y entregó el material a la Fiscalía como parte de un acuerdo para no ser preso. Temer dice que Batista es un bandido y niega también relación con un diputado de su confianza, Rodrigo Loures, filmado recibiendo una valija de JBS con medio millón de reales que serían para él.

La encuesta muestra también que un 85% de los brasileños quieren cambios en la Constitución, así como la convocación de nuevas elecciones. Un 65% no confían en el Congreso y el 69% rechaza los partidos, que en Brasil son más de 35, la mayoría sin ideología ni propuestas claras.