La madre de Carla Bruni desvela sus amores y secretos más íntimos

Marisa Bruni Tedeschi presenta en Turín su autobiografía, acto al que acudieron sus dos hijas y su yerno Nicolas Sarkozy

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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Las Bruni vuelven a sus raíces, a Turín, para presentar el libro en el que la madre desvela los secretos de la familia, sus amores, traiciones, la muerte del primogénito a causa del sida, y sus visitas al Elíseo durante la presidencia francesa de su yerno Nicolas Sarkozy. Evocando a Pablo Neruda en su libro de memorias «Confieso que he vivido», Marisa Borini Bruni Tedeschi, que cumplirá 87 años el uno de abril, concertista de piano, apasionada de ópera, actriz, presentó anoche su libro «Queridas hijas os escribo» en la Fundación Sandreto Re Rebaudengo. Al acto, que se convirtió en un homenaje a Marisa Borini Bruni, asistieron sus hijas Carla, 49 años, exmodelo y cantante, acompañada por el expresidente Sarkozy; y Valeria, 52, actriz y directora, protagonista de la película «Locas de alegría», de Paolo Virzi, que se estrena en España el próximo 17 de marzo.

Marisa Borini Bruni, nacida en Turín, hija de madre francesa y padre italiano, Carlo Borini, cuenta así el origen de su autobiografía, «Confieso que he vivido», editado por La Nave di Teseo -editorial fundada, entre otros, por Umberto Eco-, libro presentado el pasado año en Francia: «Me di cuenta de que mis hijas no sabían nada de mi infancia. Viví quince años de fascismo, cinco de guerra, la muerte de mi padre. Así que me puse a escribir sobre mis vivencias de joven, el encuentro con mi marido, la música, los viajes. Di el manuscrito a Carla y Valeria. Las dos lo encontraron divertido y me dijeron: 'Escribe un libro'. Acepté con una condición: Decir toda la verdad, sin mentir, porque a mi edad no me importa si me critican».

Su vida es un tanto novelesca. En 1959 se casó con el compositor y heredero del imperio industrial de esa época CEAT, Alberto Bruni Tedeschi, con el que viajó por el mundo, frecuentando artistas y músicos. En 1973, Marisa y su marido se trasladaron a vivir a París, aparentemente para huir del terrorismo de las Brigadas Rojas, pero seguramente para evitar verse implicados directamente en la quiebra de la empresa familiar CEAT, que pasó al grupo Pirelli. «Nos fuimos para dos años y nos quedamos para siempre». Valeria tenía entonces 9 años y Carla 6.

Marisa habla de sus infidelidades, aunque considera que su matrimonio fue sólido: «Yo perdí muy joven a mi padre y él su madre a los trece años. Con el tiempo, yo me convertí en su madre, y él en mi padre. Tuve mis historias, de las que no me arrepiento». Entre sus grandes historias de amor, Marisa Borini destaca su relación con el pianista Arturo Benedetti Michelangeli, al que dejó porque la trataba mal: «Era un neurótico, loco por mí. Pero como todas las pasiones, también aquella terminó. Me marché una noche y caminé 18 kilómetros por los bosques». Cuenta también su historia con el empresario italiano Maurizio Remmert, padre biológico de su hija Carla, quien conoció esta historia cuando tenía 28 años. «Carla me echó en cara que no se lo hubiera dicho antes. Le contesté: 'No te quejes, tienes dos padres, ¡cada uno mejor que el otro!'».

Marisa Borini califica de muy bello el periodo en que frecuentó el Eliseo, cuando era presidente Sarkozy. Recuerda sus encuentros con los Obama y la Reina Isabel de Inglaterra, que le habló con afecto de Valeria, Carla y de Virginio, su hijo fallecido en el 2006, a los 46 años, por la enfermedad del sida. Para honorarle, Marisa creó la Fundación Virginio Bruni, con el fin de apoyar la investigación médica.

La palabra «jubilación» no forma parte de su vocabulario. Marisa toca el piano todos los días durante hora y media y se ocupa de sus cuatro nietos: «En la vejez se debe continuar trabajando», confiesa, añadiendo: «Las tres tenemos temperamentos diversos, pero una cosa en común:la capacidad de trabajar muchísimo». No lo dice, pero madre e hijas tienen otro punto en común: Sus muchos amores.

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