Isabel Pantoja y su hermano Agustín el pasado 30 de julio, cuando salían de Alcalá de Guadaíra
Isabel Pantoja y su hermano Agustín el pasado 30 de julio, cuando salían de Alcalá de Guadaíra - gtres online

Los males que mantienen a Isabel Pantoja fuera de la cárcel: subida de azúcar y colesterol

También tiene problemas de riñon. Antes del permiso penitenciario, pasó unos días en la enfermería de prisión

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Parece que haya una maldición sobre el triángulo más mediático del «Caso Malaya» en su derivada de blanqueo de capital -delito por el que cumplen condena Julián Muñoz, Isabel Pantoja y Mayte Zaldívar-. Ayer la noticia la protagonizó de nuevo la cantante a raíz de su ingreso en el hospital privado Infanta Luisa de Sevilla, en Triana, el mismo que reinauguró hace pocos años Cayetana de Alba a raíz de unas reformas que se hicieron. Cinco horas antes de que se cumpliera el toque de queda para Pantoja, que tenía que regresar a las once de la mañana del día de ayer a la cárcel de Alcalá de Guadaira, la tonadillera entraba en el hospital en compañía de su fiel hermano Agustín

y sin que sus hijos supieran lo que estaba pasando. Según ha trascendido, Isabel presentaba una subida de azúcar, un nivel alto de los triglicéridos y del colesterol así como problemas en el riñón. Su abogado, Carlos Esteban Romero, notificó al centro penitenciario este ingreso que, al parecer no era sorpresa: desde su salida de prisión para disfrutar de su segundo permiso Pantoja ya estaba en contacto con sus médicos para estudiar sus dolencias.

Según fuentes de su entorno hace unos días a Isabel le recomendaron en la cárcel su traslado al hospital para someterse a unas pruebas. Estuvo varios días en enfermería y parece ser que finalmente optó por esperar a que llegara el permiso y aprovechar ese tiempo para realizarse un chequeo. De ahí que a la mañana siguiente de dormir en su finca de Cantora se fuera casi al alba hasta el hospital para una analítica y una revisión. Fiel a su política de no dar ninguna información, su hermano Agustín, que está al frente de todo, no ha querido hacer comentarios al respecto pero otras fuentes comentan que a Isabel le pusieron un tratamiento tras el primer chequeo y en función de cómo respondiera estaba previsto este ingreso.

El caso es que con Pantoja en el hospital se amplía la maldición que hay sobre el triángulo más mediático de los últimos tiempos. La salud de Isabel puede ser ahora un argumento a esgrimir por parte de su defensa para que le den finalmente la calificación de tercer grado que la semana pasada Instituciones Penitenciarias le negaba. Su ex pareja Julián Muñoz ya la ha conseguido pero para su desgracia ha sido por la «enfermedad grave e incurable» que padece y que podría derivar en muerte súbita. Los informes médicos han sido contundentes y la Justicia ha accedido a su traslado a un centro especializado, por lo que cumplirá condena en tercer grado. Zaldívar, la ex mujer despechada que vio cómo su marido se iba tras los pasos de la tonadillera, se ha llevado su primer jarro de agua fría tras la negativa a que pueda salir de permiso, a lo que hay que añadir que también tendría algún problema de salud desde que está entre rejas.

Como todo lo que pasa en torno al mundo Pantoja, ayer varias unidades móviles de televisión se encontraban en la puerta de la cárcel para dar en directo la entrada de Isabel. La sorpresa fue mayúscula cuando trascendió que estaba en el hospital y sin que nadie hubiera podido grabar esa salida de Cantora. Tan discretos fueron que ni su hermano Bernardo, que casualmente desayunaba en un bar cercano al hospital puesto que también fue para una dolencia suya, se quedó mudo ante las preguntas de los reporteros que le reconocieron. No dijo nada y es que seguramente no tenía mucho que añadir a una noticia de la que no tenía ni idea. Al igual que los hijos de la tonadillera, Kiko y Chabelita, esta última rumbo al Caribe con unas amigas invitada por una agencia de viajes. Todo indica que en cuanto Isabel recupere los índices normales de los desajustes que presenta volverá a la cárcel y a su rutina en la celda. Una situación angustiosa para una familia -especialmente para su hermano Agustín-, que ve cómo las cosas todavía pueden empeorar.

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