El templo es de arquitectura moderna y ladrillo visto
El templo es de arquitectura moderna y ladrillo visto - Maya Balanyà
Iglesias de Madrid

Parroquia de Santa María: mesa de acogida y geografía del diálogo

Los feligreses son tan jóvenes como el templo, inaugurado en 1990 por el entonces cardenal arzobispo Ángel Suquía

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Lo siento, si es que tengo que sentirlo. Las parroquias están de moda. Si no me creen, lean el número de abril de la revista de teología pastoral de los jesuitas «Sal Terrae» dedicado a la parroquia. Dice allí Antonio Ávila que para hablar de las parroquias no está de más recordar que «bet» es el término hebreo con el que se designa la casa. Nombre de la segunda letra del alfabeto hebreo, «betel» significa «el lugar donde Dios habita» y «Bet-lehem», «casa del pan». Perdone el lector, pero no me podía quitar de la cabeza estas reflexiones cuando regresaba de visitar la parroquia de Santa María de Majadahonda, avenida de España 47. La parroquia es «Betel» y «Belén». Ahí es nada.

En esta avanzada e improvisada fuga por la A-6 madrileña me topo con un cinturón que poco aprieta. Como reza, nunca mejor dicho, la portada de su página web, «fue creada el 30 de noviembre de 1989 e inaugurada por el cardenal arzobispo Ángel Suquía el 3 de junio de 1990. Pertenece al Arciprestazgo de San Miguel Arcángel de Las Rozas y a la Vicaría VII de la Archidiócesis de Madrid. Majadahonda tiene unos setenta y cinco mil habitantes. Su población es mayoritariamente joven».

El párroco de la comunidad de Santa María es José Fernando de Haro, hombre afable y cercano. Fue vicario en tiempos pasados. Me insiste en que la parroquia es una comunidad de comunidades, casa de Dios, eucaristía y caridad. La parroquia es tan reluciente como la flora que la custodia y en su presbiterio, un vergel que ornamenta de luz y color al crucificado resucitado.

Trabajan junto al párroco el joven sacerdote Rubén Inocencio González, español, y Romeo-Kouame Kovadio, de Costa de Marfil, que estudia teología moral en la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Un equipo que tiene las tareas dividas: párroco dedicado preferente a la comunidad de adultos y de niños, junto con el vicario parroquial que atiende la comunidad de jóvenes. Los padres de la catequesis y la pastoral matrimonial están encomendados a Knoame. Además, en el territorio de la parroquia vive una comunidad de la asociación pública de Fieles Hijas del Amor Misericordioso.

En un barrio, en una localidad de algo más que clase media, Cáritas parroquial ha recibido un importante impulso.

Intensa vida cultural

Es «mesa de acogida» para las personas necesitadas y geografía de diálogo y colaboración con los servicios sociales del Ayuntamiento. Dentro de la pastoral social, nos encontramos con una hoja dominical, «Avenida», periódico en su sentido etimológico, que lleva saliendo a la calle a las puertas de la parroquia veintiséis años, con su edición digital muy actualizada.

En el ámbito de la pastoral social, esta comunidad de comunidades cuenta también con el Centro entre Culturas de acogida a los inmigrantes, con una bolsa de trabajo y un programa de apoyo escolar a los niños con dificultades muy notable. También se imparten cursos de promoción y de formación humana. Desde que se pusiera en marcha esta iniciativa en la parroquia, se han atendido a mil personas, que se dice pronto.

En el capítulo de la vida litúrgica, cultural y de la religiosidad popular, la parroquia cuenta con la Hermandad del Señor de los Milagros gracias a los procedentes de Perú, así como con un nutrido grupo de Adoración Nocturna. Durante los últimos años han descendido el número de matrimonios canónicos y de bautizos, una media de siete bodas al año y un decena de bautizos al mes. Nos encontramos con la Comunidad Fe y Luz, con los Campos Misioneros de Trabajo y con las personas de Overeaters Anonymous (O.A.), que se enfrentan al problema de la compulsión por la comida.

Una de las características principales de esta parroquia es su intensa vida cultural. Muestra de ello son las «Conversaciones en Majadahonda 2017», la primera de ellas celebrada en el Centro Cultural del municipio, gracias al trabajo de un nutrido grupo de fieles laicos, entre los que hay que destacar a Rafael Ortega y a Ramón Hernández Verduzco. La parroquia es, como decía Juan Pablo II, «casa común entre las distintas casas de nuestras familias». No hay más que verla.

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