El Papa es recibido por el nuevo superior general de los jesuitas, el padre Arturo Sosa
El Papa es recibido por el nuevo superior general de los jesuitas, el padre Arturo Sosa - Compañía de Jesús

El Papa recuerda a los jesuitas que el corazón de Ignacio «se inclinaba hacia la ayuda de los prójimos»

Visita la 36 Congregación General e insiste en «la alegría de evangelizar»

Corresponsal en el Vaticano Actualizado: Guardar
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En un emocionante encuentro con el padre Arturo Sosa y los 215 jesuitas de todo el mundo que participan en la 36 Congregación General, el Papa Francisco les ha recordado que «si para algún lado se inclinaba la balanza en el corazón de Ignacio era hacia la ayuda de los prójimos», y les ha exhortado a salir en ayuda de los demás mostrando de modo visible «La alegría del Evangelio».

Esa pasión de Ignacio de Loyola por ayudar a los demás lleva a que «las obras de misericordia se dan por descontadas». Según el primer papa jesuita, «las obras de misericordia -el cuidado de los enfermos en las hospederías, la limosna mendigada y repartida, la enseñanza a los pequeños, el sufrir con paciencia las molestias…- eran el medio vital en el que Ignacio y los primeros compañeros se movían y existían, su pan cotidiano: ¡cuidaban que todo lo demás no fuera óbice!».

Justo en el momento en que el máximo órgano de gobierno de la Compañía de Jesús delibera con el nuevo padre general sobre las prioridades y el modo de proceder en los próximos años, Francisco les ha visitado para sumarse a sus reflexiones recordando que «en las dos exhortaciones apostólicas - "La alegría del Evangelio" y "La alegría del amor"- y en la encíclica "Laudato si" he querido insistir en la alegría».

El Papa en la Congregación General de los Jesuitas
El Papa en la Congregación General de los Jesuitas - Compañía de Jesús

Ese rasgo del Evangelio coincide, según el Papa, con el «oficio propio de la Compañía de consolar al pueblo fiel y ayudar con el discernimiento a que el enemigo de natura humana -el demonio- no nos robe la alegría: la alegría de evangelizar, la alegría de la familia, la alegría de la Iglesia, la alegría de la creación…».

El Santo Padre les ha insistido en que «una buena noticia no se puede dar con cara triste. La alegría no es un plus decorativo, es índice claro de la gracia: indica que el amor está activo, operante, presente».

Como han hecho los papas anteriores, también Francisco ha recordado a sus hermanos que «el servicio del buen espíritu y del discernimiento nos hace ser hombres de Iglesia -no "clericalistas", sino eclesiales-, hombres "para los demás", sin cosa propia que aísle sino con todo lo nuestro propio puesto en comunión y al servicio».

Su largo discurso, destinado a reforzar el mandato del nuevo padre general Arturo Sosa, elegido el pasado 14 de octubre, ha concluido con una invitación a pedir a María, en su histórica advocación de «Nuestra Señora de la Strada», que vele por la fidelidad «a nuestro "modo de proceder", para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambición mundana».

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