Una de las sesiones del juicio del Madrid Arena en la Audiencia Provincial de Madrid
Una de las sesiones del juicio del Madrid Arena en la Audiencia Provincial de Madrid - DE SAN BERNARDO

JUICIO MADRID ARENA«¿A quién iba a avisar de la avalancha?», dice un jefe de Kontrol 34 tras dejar a dos chicas en la enfermería

Algunos porteros siguen en la actualidad trabajando para Flores y Manzanares

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Surrealista. Así está siendo la vista oral que se sigue en la Audiencia Provincial en el juicio del Madrid Arena. «¿A quién quiere usted que avisara?», ha espetado Manuel Montalvo Ruiz, coordinador de Kontrol 34, en alusión a la avalancha humana que se originó en el vomitorio mortal, después de llevar a dos de las víctimas a la enfermería. Este ha asegurado que la noche de la fiesta de Halloween de 2012 no trabajó, porque llegó de Inglaterra esa misma noche. No recuerda nada porque «ha pasado mucho tiempo».

Por ello, Montalvo, conocido como «Lolo», que declara como testigo, «cree» que en esa época pertenecía a la empresa de Carlos Manzanares, Kontrol 34 y que se encargaba de enviar controladores y auxiliares a eventos.

«Yo organizaba a los chicos». De este modo, piensa que esa noche le sutituyó Juan Francisco Cuerdo Manzano, apodado Paco y Tito, pero que no sabe quién tomaba las decisiones ni realizaba las funciones de dirección en esa empresa, si Manzanares o su número dos, Emilio Belliard.

Sin embargo, pese a acudir esa noche al pabellón nada más aterrizar en Barajas, estuvo hablando por teléfono al poco de llegar al Arena en dos ocasiones con Gemma Aznal, encargada de realizar los contratos de Diviertt, por espacio de 30 y 27 minutos y, en otra ocasión, mantuvo otra conversación de 15 con Francisco del Amo, jefe de Operaciones y Proyectos de Madridec, la empresa que gestionaba el espacio municipal. Así se lo ha echado en cara el letrado de una de las acusaciones, echando mano del listado de llamadas. «Sí lo dice don Movistar será así», ha ironizado.

Después, «Lolo» ha explicado que escuchó a Cuerdo en un momento dado de la noche, cuando iba a entrar, decir que había «un problema» abajo. «Fuimos hacía allí. Era en un vomitorio. Mi primer instinto fue intentar tirar de los chicos, había muchos, desmayados, en el suelo, pero era imposible sacarles». En otro momento ha dicho que cuando los jóvenes eran rescatados «se venían arriba».

Después, «al disolverse el tapón se encontraron a las niñas que estaban peor y que traslaron a la enfermería con el público o de la fiesta por el anillo interior». Él, como el resto de testigos ha aseverado que los chicos «ejercieron las labores de auxiliares (controlar las colas) y no de control de accesos, para lo que me dieron un carnecillo». Nunca se ocuparon de la vigilancia interior que cree que realizaba dentro Seguriber y que no conoce el plan de vigilancia ni autoprotección, a pesar de que un letrado de la acusación le ha leído sus declaraciones en la fase de instrucción en las que dicho que si que acudía.

«No hubo avalancha sí mucha gente sobre otra»

Cuerdo, su sustituto esa fatídica noche, ha manifestado que fue a pedir ayuda cuando vio «a mucha gente en el mogollón, pero que él no lo llamaría avalancha. Había mucha gente, unas personas encima de otras».

En cuanto a dos de los porteros búlgaros que han declarado, uno de ellos ha manifestado que sigue trabajando a día de hoy para el príncipal imputado, Miguel Ángel Flores, el promotor de Diviertt y Manzanares y que ya habían trabajado con anterioridad para ellos, para el primero tanto en el Arena como en su discoteca, ahí como controladores de acceso. «Me pagaron en la discoteca Macumba», entonces gestinada por el promotor del evento. Ambos han asegurado que les contrató Flores y que facilitaban los datos por teléfono a Manzanares. Pero no había ningún contrato real, afirman las acusaciones.

Estos auxiliares no vieron nada anormal hasta el último momento ni tenían ningún medio para avisar a sus superiores (Seguriber y Diviertt) en caso de íncidentes. «A quien estuviera cerca. El encontrarme con la avalancha cuando entré en el pabellón para ir al baño no lo consideré un incidente. No me pareció serio. Había niños en el suelo pero duró poco: 3, 5 o 20 minutos» ha dicho, para perplejidad de los asistentes, el segundo portero. Hicieron uso de un traductor, a pesar de que llevan 17 y 20 años en España, si bien este respondió gran parte del interrogatorio en castellano.

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