Luis Ojea - Cuaderno de Viaje

Ni héroe ni villano

Socialistas y nacionalistas se han buscado mal enemigo. Martínez es perro viejo. Sabe dónde morder

Luis Ojea
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Hay cosas muy complejas en la vida que a veces se pueden resumir en una idea muy simple. Y esta semana Manuel Martínez lo hizo con su «si ellos no me quieren a mí, yo no los quiero a ellos». Hace no tantos meses estaba dispuesto a convivir en San Marcos, como había ya hecho los últimos ocho años, con lo que ahora define como «secta yihadista». Pero ellos lo rechazaron y él quiere cobrarse su venganza.

Ni héroe ni villano. Martínez ha tenido un común ataque de cuernos y va a jugar a lo mismo que han jugado con él. Siente que ha puesto demasiadas veces la otra mejilla y no está dispuesto a pagar la siguiente ronda. Lo cual ha permitido destapar la podredumbre de este tipo de bipartitos.

Ha retratado a un Bloque que no cree en las diputaciones hasta que ve sobre la mesa el botín, que quiere vaciar estos entes hasta que son ellos los que pueden repartir sueldos entre los amiguetes. Y ha desnudado también a un PSdeG al que le da igual todo con tal de llegar al poder. Cada día el socialismo gallego se parece más a su presunto líder. No hay nada detrás de la fachada. Carecen de convicciones, presentan un candidato y lo cambian, prometen una cosa y hacen la contraria.

La vendetta del alcalde de Becerreá puede servir además para abrir un debate muy peligroso para las estructuras de todos los partidos, a ver si se va a poner de moda eso que dice de «obrar en conciencia» y se va al garete ese perverso invento de la disciplina de partido institucionalizada con aquella frase de Alfonso Guerra de «el que se mueve no sale en la foto». ¿Sería tan dramático que los diputados votasen en base a sus convicciones y no a los deseos del jefe de turno que confeccionará las próximas listas? En sistemas mayoritarios como el estadounidense es frecuente y no acusan a nadie de tránsfuga por tener criterio propio.

Socialistas y nacionalistas se han buscado mal enemigo. Martínez es perro viejo. Sabe dónde morder y no está dispuesto a soltar a su presa. Los próximos cuatro años van a ser un calvario para el bipartito. Es posible que ya se hayan arrepentido, pero les queda penitencia para rato.

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