Economía

La falta de agua lastra la caza y la temporada micológica

La veda arranca con la restricción de especies a abatir y las conserveras no tienen setas a envasar

Tras una media veda que no fue bien, los cazadores afrontan con pesimismo la apertura de la veda ICAL

I. JIMENO

Embalses al mínimo de sus capacidades, tierras áridas en las que los brotes verdes no logran despuntar en un suelo deshidratado y cuarteado, fuentes y manantiales sin agua, la sementera del cereal parada o hecha con la mirada puesta en el cielo y la esperanza de que algún día lleguen las nubes y descarguen su preciado líquido... Es el panorama que dibuja la pertinaz sequía que desde hace más de un año arrastra Castilla y León.

Si el campo, con afección tanto a la agricultura como a la ganadería, es uno de los sectores más afectados por la situación, no es el único. Este arranque seco de otoño, estación tradicionalmente húmeda, también está poniendo en entredicho otras campañas que «viven» del medio natural en esta época. Es el caso de la temporada micológica y la caza, que no han arrancado como deberían, con las consiguientes pérdidas económicas para ambos sectores y las zonas en las que se localizan.

Las setas y hongos se cuentan con los dedos de las manos, lo que repercute no sólo en unos aficionados que no encuentran ejemplares, sino en toda la actividad económica vinculada a ellos. Tierra de «referencia», Castilla y León llega a mover en años de bonanza micológica hasta 250.000 micoturistas . Casas rurales, bares, restaurantes, comercios, centros de ocio... notan la sequía. Y también otros negocios que «viven» de las setas, como las conserveras y comercializadoras, que mantienen las líneas de envasado paradas.

También la caza no ha dado el pistoletazo de salida a pleno rendimiento. Aunque la mayor aguanta mejor la falta de humedad, ejemplares como la perdiz roja, la reina de la veda, está débil y bajo mínimos , lo que ha llevado a la Federación Regional de Caza de Castilla y León a recomendar el retraso de las capturas de esta especie. En muchos cotos han seguido esa instrucción.

Aunque en una comunidad tan amplia y orográficamente tan diversa como Castilla y León hay muchas diferencias en la situación de unas zonas y otras y «no es lo mismo» la montaña que la llanura, han sido los propios cazadores los que han decidido aguardar en varias zonas, pensando en el «desarrollo físico de los ejemplares nuevos del año», ya que con la falta de agua no han evolucionado como deberían. Y es que septiembre fue en general muy seco, y en esa época los pollos de perdiz necesitan humedecer sus nuevas plumas. Tan dañino para la especie que, de ver habitualmente polladas de entre 10 y 15 ejemplares, a no superar los cinco.

En todos los campos

Dos sectores que acumularán pérdidas que se suman a otros que inscribirán 2017 entre los peores registros de su estadística. En una tierra cerealista por excelencia, la cosecha se redujo un 59 por ciento, con 2,6 millones de toneladas recogidas frente a los 6,3 de la buena anterior. Y eso pese a que creció la superficie sembrada. El resultado, 550 millones de euros menos de producción en el campo.

Las adversidades climáticas, con la sequía al frente y el elevado calor, han hecho también mella en la patata. El tubérculo afronta la recta final de recolección con malas perspectivas. Además de los bajos precios, acumula menores rendimientos. La producción menguará un 4,2 por ciento, pese a que se ha sembrado más en una comunidad que acapara el 40% de la actividad.

Y tampoco en vendimia fueron las cosas bien. Las pérdidas son generalizadas en todas las denominaciones. Uva a uva más pequeñas, han perdido volumen de kilos hacia las bodegas. A cambio, mayor calidad, aunque algunos consejos reguladores ya han advertido de que la escasez tendrá su repercusión en una subida de los precios.

En Ribera del Duero, la más extensa, con 54,5 millones de kilos recogidos han cerrado la peor vendimia en tres lustros. Un 23% menos que hace un año ha llegado a los lagares en Rueda, con 83,4 millones de kilos de uva con «excelente estado sanitario y calidad». Y más de un tercio menos ha entrado en Toro (15,7 millones), casi el mismo porcentaje de merma que en Cigales.

Los efectos de la sequía en Castilla y León se notan también en los pagos de los seguros. Y eso que no todos los agricultores tienen póliza frente a los riesgos climáticos. Más de un tercio de lo abonado por las compañías en toda España (207,14 millones de euros de 601) han tenido como destino paliar las pérdidas en las tierras de labor de la Comunidad, que acapara la mitad de las hectáreas con seguro afectas.

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