Dos semanas con Rivera: cuenta atrás para «el hombre sensato»

El presidente de Ciudadanos ha afrontado horas clave tras un año frenético

Madrid Actualizado: Guardar
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El 20 de diciembre es el día más importante para España en 35 años. Así lo define uno de sus protagonistas indiscutibles. Detrás de su imagen de yerno de España, se encuentra un hombre tímido y reservado. La campaña electoral nos ha descubierto a un hombre que sabe marcar muy bien las distancias. El Albert Rivera candidato es directo, contundente, demoledor. El Albert Rivera ciudadano es otra cosa. Mucho más cercano, su tono es desenfadado. En esta campaña electoral ha habido tiempo para todo. El debate a cuatro marcó los primeros días de la campaña. Hasta que no se superó ese punto vimos al Rivera más rock star.

A partir de ahí todo cambió. Un Rivera más «de piel» con una relación más constante con los medios de comunicación.

Un Rivera que se sube al autobús de prensa y tararea «Estadio Azteca», de Andrés Calamaro. Un Rivera que se lanza al ritual del candidato y compra lotería, no para de hacerse selfis, le hacen un escrache en un mitin y es rodeado por seis abuelas en Granada. Lo normal. Él mismo reconoce que no tiene la mejor cintura para ese tipo de momentos.

Durante estos quince días de campaña ha sido fundamental la presencia durante casi todos ellos de Bea, su pareja, que se ha tomado unos días de vacaciones para poder acompañarlo. Discreta en su relación con los medios pero muy correcta cuando se daba el momento. Un apoyo fundamental ante el ritmo frenético de la campaña, con dos mítines y hasta tres ciudades al día ha dejado en ocasiones ver los lados más humanos del candidato. Como cuando tras un acto en Toledo su preocupación más inmediata era poder llevarse algo a la boca.

Albert Rivera lleva en política desde bien joven. A algunos de sus más estrechos colaboradores les une también una relación de amistad, pero para él, en esta campaña no ha habido «ningún día de juerga». Sus 6 o 7 horas al día de sueño han sido más sagradas que nunca. Notarle algo más cansado que hace unos meses es inevitable. También con algo más de peso, ya que ha sido imposible que mantuviese sus rutinas de ejercicio físico.

Rivera ha vivido estas dos semanas con mucha presión. Dejando ver un indisimulado enfado cuando se le preguntaba cada día por los pactos. Él sabía que por ese camino la campaña se le iba. Y se le ha ido. La estrategia del partido fue «quemar madera» antes de la campaña para llegar en una posición sólida a la recta final. En los últimos días hemos visto por primera vez a la defensiva. La suerte está echada. Y él lo sabe. Ayer, en Bruselas, buscó un momento de pausa para ir a comprar chocolate.

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