Tregua en el Partido Demócrata para hacer historia

Bernie Sanders hizo una aparición de última hora para forzar la nominación de Hillary Clinton por aclamación

Corresponsal en Filadelfia Actualizado: Guardar
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El partido demócrata le había pedido un gesto a Bernie Sanders para reunificar una organización descosida por unas primarias peleadas al extremo y por una convención que arrancó con pruebas de guerra sucia contra el senador de Vermont y con sus seguidores en plena revuelta. Sanders, que ha intentado restañar las heridas desde que anunciara su apoyo a Hillary Clinton, su contrincante, el pasado 12 de julio, ejecutó una maniobra de última hora.

Ocurrió ayer en la votación de las candidaturas, un día señalado para la historia, ya que se concretaría la nominación de la primera mujer a la presidencia de EE.UU. por uno de los dos grandes partidos. Se votó estado a estado. Cada uno de los portavoces leía los votos de cada candidato, todos nombrando a Clinton como «la próxima presidenta de EE.UU».

Pero el conteo de votos no indicaba para nada una unidad del partido alrededor de Clinton. Sanders llegó a la convención con el 46% de los delegados. Clinton sumaba el resto y la gran mayoría de los superdelegados, aquellos que no se eligen en primarias y que el partido envía a la convención.

Pero tras varios días de protestas, marchas, acusaciones cruzadas, silbidos y abucheos en la sala principal e infinitas constataciones de que las primarias habían dejado al partido descosido, la organización permitió que Vermont comunicara su voto en último lugar. Debajo de la portavoz del estado estaba Sanders, que tomó el micrófono: «Pido que todos los votos depositados por los delegados se contabilicen en el recuento oficial y pido que Hillary Clinton sea elegida nominada por el Partido Demócrata de EE.UU.», dijo ante el júbilo de la mayoría de los delegados.

Era una fórmula para pedir la elección por aclamación de Clinton, la demostración de fuerza que necesitaba el partido para relanzarse de cara a la opinión pública, con un Donald Trump que ya supera a la candidata demócrata en las encuestas. La presidenta de la Convención Nacional Demócrata -que ha sustituido a Debbie Wasserman por las filtraciones de Wikileaks- se dirigió entonces a todos los delegados: «¡Que todos los que estén a favor digan "aye" [una fórmula de inglés antiguo que significa "sí"]!», requirió Fudge, a lo que la convención respondió con un sonoro «aye», el grito más fuerte en lo que va de semana.

Lo de ayer, sin embargo, se entendía en Filadelfia como una tregua, con disensiones que no acaban por la elección de Hillary. «En algún momento, el partido va a tener que responder a este descontento», opinaba desde su butaca en frente del escenario Seth Hahn, un delegado seguidor de Bernie por Nueva Jersey. «Ha sido un proceso electoral injusto, hay que cambiar cosas», añadía Mitchell Stallwart, otro delegado de la misma corriente, venido desde Florida. «Da igual lo que diga Bernie. Esto no se trata de una persona, tiene que ver con un movimiento».

La tensión que se vive dentro del partido se notó también ayer por la mañana en otros foros, como en el desayuno de los delegados de Texas, donde partidarios de Clinton y Sanders se enfrentaron a gritos. «La convención sirve para juntarnos y discutir», conciliaba la superdelegada por Wisconsin Deborah Langhoff. «Al final de la convención, la mayoría entenderán que la verdadera pelea es contra los republicanos».

Otros no dejaron pasar la ocasión de usar a Donald Trump como el enemigo de todos los demócratas para unir al partido entorno a Hillary. Robby Mook, jefe de campaña de la ya nominada, alertó ayer al electorado demócrata de las últimas encuestas. Tras las peleas entre facciones demócratas, la CNN da una intención de voto a Trump del 44%, por el 39% de Clinton. «Encuesta tras encuesta, queda claro que Trump ha recortado nuestra ventaja y que, después de su convención, la ha eliminado por completo», advirtió.

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