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Sanders cierra filas ante un partido dividido: «Hillary debe ser la próxima presidenta de EE.UU.»

Con Donald Trump «no hay comparación», explicó el líder izquierdista para pedir el apoyo a Clinton, contra quien parte de las bases del partido sigue en plena revuelta

Filadelfia (EE.UU.) Actualizado: Guardar
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Ni los argumentos bien articulados por la senadora Elizabeth Warren, una de las heroínas del sector más progresista del partido demócrata; ni las bromas de la humorista Sarah Silverman; ni las palabras del líder de la «revolución política» en persona, Bernie Sanders, que cerraron la primera jornada de la convención demócrata en Filadelfia. El partido sacó a jugar ayer a grandes bazas de su ala izquierdista para tratar de aplacar la revuelta de las bases de Sanders contra Hillary Clinton, la ganadora de las primarias. Sin conseguirlo al cien por cien.

Para cuando Sanders subió al estrado, el ambiente en el Wells Fargo Center se había caldeado. En la entrada al recinto, cientos de manifestantes ‘anti Clinton’ recibían a los delegados y participantes en la convención con gritos y proclamas, separados por un cordón policial numeroso y una valla metálica.

Agarrados a las rejas, con tensión en los rostros y rabia en las palabras, agitaban sus carteles, sus pancartas con el rostro de Sanders y recitaban sus cánticos. El más repetido, una letanía que llega desde el fin de semana, dedicado a Clinton y al ‘establishment’ demócrata: «Ni de broma, DNC [Comité Nacional Demócrata], no votaremos a Hillary».

Dentro del recinto deportivo, las intervenciones de pesos pesados del partido arrancaron sin la presencia de Debbie Wasserman Schultz, presidenta del DNC y que ha dejado la convención -y probablemente su cargo- por el escándalo de filtraciones de Wikileaks. Eran más de dos mil emails que dejaban claro que ella y otros miembros del partido habían favorecido a la campaña de Clinton durante las primarias. El partido demócrata trató de llegar a Filadelfia con una sensación de unidad después de que Sanders asegurara el pasado 12 de julio que trabajaría para que Clinton fuera presidente, pero la filtración abrió las heridas dentro de las bases.

La lista interminable de discursos siguió el mismo patrón: cada vez que el ponente mencionaba a Hillary Clinton, se escuchaban silbidos y abucheos por detrás de los aplausos del resto de delegados. Cánticos de ‘¡Queremos a Bernie!’ o ‘¡Estoy con él!’ llegaban como un eco tras cada referencia a la candidata. «Entiendo que mucha gente en esta convención y en todo el país están decepcionados por los resultados finales de este proceso de nominación», arrancó Sanders. Antes de su discurso y ante la escalada de protestas, tuvo que mandar un email a sus delegados, rogándoles «como cortesía personal hacia mí» que no «participaran en protestas ni manifestaciones» durante el pleno de la convención.

Sanders justificó su apoyo a Clinton en dos razones: es la única opción de parar a Donald Trump y facilitará políticas más progresistas. «Por sus ideas y liderazgo, Hillary Clinton debe ser la próxima presidenta de EE.UU. No hay comparación», dijo en referencia a su contrincante republicano. Eso sí, lo hizo con de una manera desapasionada -«cualquier observador objetivo así lo concluiría», explicó- y utilitaria. La llegada de Clinton a la presidencia servirá, explicó, para reformar el sistema de financiación electoral, para nombrar jueces del Tribunal Supremo liberales, para conseguir educación universitaria gratuita para amplios sectores de la educación, para ampliar la cobertura de la sanidad pública o para cambiar la justicia criminal.

Sanders reconoció sus muchas diferencias con Clinton, pero también alabó la elaboración de las bases ideológicas «más progresistas en la historia del partido democrático», acordadas por las dos campañas. «Nuestro trabajo ahora es que esas bases ideológicas las implementen un Senado demócrata, una Cámara de Representantes demócrata y una presidencia de Hillary Clinton. Y voy a hacer todo lo que pueda para que eso ocurra».

Entre los delegados, muchos no coincidían con Sanders. Steven Abreu, seguidor del senador de Vermont, contradecía a su líder: «Ceder a Clinton es como ceder a los republicanos», protestaba armado con un cartel en el que decía que Sanders es la opción más viable para derrotar a Trump. ¿Las protestas hacen más débil al partido demócrata? «Para nada. Los que están fuera, protestando, diciendo ’Nunca Hillary’, son el futuro. No esta gente del ‘establishment’, que son el pasado, y lo saben».

«Nuestra revolución continúa», proclamó Sanders durante su discurso. Pero por las lágrimas de algunos delegados en las gradas, esos que han peleado durante meses por algo que parecía imposible -vencer a Clinton y al ‘establishment’-, parecía un sueño que se acaba.

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