El presidente del Banco Popular, Emilio Saracho
El presidente del Banco Popular, Emilio Saracho - EFE

El BCE da tiempo a Saracho para ordenar y sanear Banco Popular

El banco seguirá haciendo provisiones hasta el 50% de los activos no rentables y define como no estratégicos su banco digital Wizink y su filial en EE.UU.

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sin prisas, pero sin pausas. Emilio Saracho ha tomado ya las riendas del Popular y es consciente de la ardua tarea de saneamiento del banco que tiene por delante. El primer gran reto es restaurar los niveles de capital del grupo al tiempo que sigue haciendo provisiones por las pérdidas de su activos improductivos. Y para afrontar ese esfuerzo quiere estar libre de cualquier presión regulatoria adicional. Por ello ha solicitado una suerte de periodo de gracia a las autoridades financieras. Según informan fuentes del mercado a ABC, el Banco Central Europeo (BCE), en su calidad de supervisor único, le ha concedido ya ese margen.

Para ello el nuevo presidente habría informado a la entidad supervisora de cuáles serán las líneas maestras de su actuación para tratar de reconducir la situación del sexto banco español por activos.

Por tanto, ese respaldo del supervisor único supone una muestra de confianza en los planes del nuevo equipo gestor.

Saracho quiere poder examinar la entidad y tomar las decisiones necesarias con tranquilidad, evitando que cualquier presión afecte no solo a esa tarea, sino también a la cotización de la entidad en Bolsa, actualmente en torno a los 0,8 euros por acción.

Los mercados tienen al Popular en su diana por las dudas sobre su nivel de solvencia. Los fuertes saneamientos hechos el año pasado le llevaron a registrar unas pérdidas históricas de 3.485 millones de euros y redujeron su nivel de capital regulatorio al 8,17%, por debajo del 10,5% que le exigirá el BCE en enero de 2019, pero que los mercados siempre adelantan.

La dirección del Popular quiere que, teniendo en cuenta que dispone aún de casi dos años para alcanzar esa ratio mínima de recursos propios, esta no se convierta en un foco de presión, lanzando el mensaje tranquilizador de que el banco tiene ese tiempo y palancas para generar ese capital adicional sin tener que recurrir a una ampliación de capital urgente que ya estaría descartada por cuestiones técnicas y de dilución de los actuales accionistas.

Más saneamientos

Los analistas apuntan a que la entidad podría necesitar más capital porque, a pesar de las dotaciones hechas en 2016, todavía tendrá que hacer más durante 2017. Efectivamente, el banco seguirá haciendo a lo largo de este ejercicio provisiones frente a créditos morosos e inmuebles adjudicados hasta cubrir el 50% de las pérdidas potenciales, desde la cobertura actual del 46,2%. La protección más baja es la de los inmuebles, de un 38,9%, frente a la del 52,3% de los préstamos tóxicos.

Ese 50% era ya el objetivo de 2016 pues se preveía cubrir con los 2.500 millones que captó en la ampliación de capital de mayo, pero no se pudo alcanzar por provisiones imprevistas en el citado mes como la devolución de las cláusulas suelo, el impacto de la circular contable del Banco de España y el deterioro del fondo de comercio de Targobank.

El Popular cuenta actualmente con 35.675 millones de euros en activos improductivos, de los cuales 19.602 son préstamos de dudoso cobro y 16.074 inmuebles adjudicados. Saracho, como es lógico, mantendrá el objetivo ya fijado bajo el mandato de Ángel Ron de acelerar la enajenación de esas carteras no rentables.

Lo que puede variar con su llegada es la hoja de ruta a seguir hacia esa meta: por ejemplo, podría repensar o incluso desechar del todo la evacuación de 6.000 millones en un banco malo —«Proyecto Sunrise»—, como había ideado por la anterior dirección. Cabe recordar que el consejero delegado, Pedro Larena, avanzó a principios de este mes que el proyecto había sufrido ya alguna alteración, de la que evidentemente tiene constancia Saracho, sobre su perímetro.

El nuevo presidente, especializado en banca de inversión —hasta ahora era uno de los tres vicepresidentes mundiales de JP Morgan—, potenciará la venta de grandes carteras a inversores institucionales. Ya al cierre de 2016 el Popular enajenó dos paquetes de este tipo por un importe bruto de 621 millones de euros.

Venta de filiales

La otra gran palanca que figura en el plan estratégico del Popular para reforzar su solvencia es la generación de plusvalías que sumaría a su base de capital con la venta de sociedades participadas. El banco ha incluido en su lista de activos no estratégicos su filial en Estados Unidos —Totalbank—, su negocio en Portugal, su participación en la entidad mexicana Ve por más (Bx+) y su banco digital Wizink.

«El Popular va a ser un banco más pequeño, más simple y centrado en España», dijo en Ron en su despedida, criterio que Saracho comparte. Para ello, la entidad tratará de vender en primer lugar Totalbank, el banco con el que opera en Estados Unidos y que anualmente aporta a su cuenta de resultados unos 30 millones de euros. Aunque ya tiene cierto tamaño, la dirección del Popular es consciente de que esa franquicia solo tiene sentido mantenerla para desarrollarla y hacerla crecer. Y ahora mismo el banco, que en el pasado intentó hacerlo, está a otras cosas.

Es el mismo criterio que aplica para definir como no estratégico el negocio en Portugal, donde la entidad acaba de hacer un ajuste de 47 de 165 oficinas y 295 de 1.100 empleados. Además, el pasado enero la matriz española absorbió el negocio del país vecino, creando una sucursal allí que mantendrá únicamente los servicios y la gestión patrimonial inmobiliaria a los clientes portugueses.

El grupo firmó en 2013 una alianza estratégica con BX+, controlado por la familia Del Valle, por la que el banco español compraba un 24,99% de esa entidad mexicana y los Del Valle entraban en el accionariado y el consejo de administración del Popular. Ante la necesidad de recursos el banco podría desprenderse de ella.

Wizink, valorado en 2.500 millones

Ahora bien, uno de los activos no estratégicos de más valor es Wizink, antiguo bancopopular-e, la entidad «online» de la que el Popular es propietario (49%) a medias con el fondo Värde Partners (51%). Según ha podido saber ABC, esta filial, que en 2016 aportó ya al grupo 66 millones y factura un total de 416 millones anuales, tiene un valor de entre 2.000 y 2.500 millones de euros. En esa sociedad el Popular integró el rentable negocio de tarjetas al consumo y «revolving» comprado previamente a Citibank y Barclays España, y después la relanzó también con productos de ahorro junto con el citado socio.

La estrategia del Popular pasa por tanto por ir desprendiéndose de aquellas divisiones no rentables o no estratégicas y de su enorme cartera de activos improductivos para dejar un banco limpio y centrado únicamente en su negocio tradicional y original, el minorista y fundamentalmente de pymes, con el que en 2016 ganó 998 millones.

Lo que el mercado se pregunta es si los planes de Saracho pasan por mantener la independencia del grupo o, llegado el caso y aprovechando ese saneamiento, promover una operación corporativa, esto es, su absorción por un competidor. Todo dependerá del precio: el Popular vale hoy en Bolsa 3.340, pero en sus libros 10.000.

Ver los comentarios