Ryanair recoge firmas para eliminar el derecho a huelga de los controladores aéreos

El presidente Ryanair, Michael O'Leary, siempre se ha mostrado beligerante y hosco frente a las movilizaciones de los controladores aéreos. Hace seis años, meses antes de que estallara la crisis de este colectivo en España en diciembre de 2010 que derivó en el cierre del espacio aéreo y la declaración del estado de alarma, el máximo responsable de la primera aerolínea que opera en España por número de usuarios, utilizó duros calificativos para referirse a unos trabajadores que tachó de «poco eficientes» y «demasiado caros», puesto que «se sientan sobre sus gordos culos sin hacer nada cuando deberían estar trabajando» mientras «reciben enormes e injustificadas sumas de dinero por prestar un servicio que otros podrían proporcionar a la mitad de precio».

Tras los numerosos paros convocados por los controladores en Europa en los últimos días (Bélgica, Italia y, como resulta habitual, Francia), Ryanair insistió ayer en sus quejas durante la presentación de la batería de medidas para mejorar sus servicios al cliente, con programas de fidelización y la ampliación del espacio de los asientos en el interior de las aeronaves. El responsable de «marketing» de la aerolínea, Kenny Jacobs, hizo hincapié en que desde 2009 los controladores aéreos franceses han convocado 43 paros.

La compañía subrayó que apuesta por una campaña que ha bautizado « Mantener los cielos europeos abiertos», con la que pretende recoger un millón de firmas para remitir a la Comisión y el Parlamento europeos una propuesta para, textualmente, «eliminar el derecho a huelga de los sindicatos de controladores en Europa» y permitir a los controladores de otros países europeos gestionar los vuelos sobre el espacio aéreo durante las huelgas (se refiere, específicamente, al caso galo).

Previamente, en un comunicado oficial condenando «las acciones egoístas de los sindicatos de controladores franceses», Ryanair citó la legislación aplicable para la policía y el ejército en los países europeos, que «no pueden hacer huelga». Suprimir el derecho a huelga, argumenta la compañía, no sería óbice para que los trabajadores se pudieran unir en sindicatos, con el fin de «organizar y hacer avanzar sus inquietudes a través de la mediación o el arbitraje vinculante».