La CE prevé que todos los países de la UE crezcan en 2017 y 2018 por primera vez en casi una década

Bruselas pronostica un aumento de la inflación en la zona euro, que pasaría del 0,2% en 2016 al 1,7% en 2017 y el 1,4% en 2018

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Buena noticia: por primera vez en diez años, las previsiones económicas de la Comisión Europea son positivas para todos los países miembros “incluyendo aquellos que han sufrido más intensamente los efectos de la crisis” y la reducción del déficit “va por el buen camino” en todas partes. Malas noticias: esta situación económica deberá lidiar con las que pueden ser mayores fuentes de incertidumbre de la última década como el proceso de salida del Reino Unido de la UE y la nueva orientación de la política norteamericana. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, tampoco ha negado que la sucesión de elecciones que tendrán lugar en media docena de países, en algunos casos con partidos claramente antieuropeos en disposición de condicionar el equilibrio político deja el retrato general en un marco inquietante.

Igual sucede con el caso de España, que sigue siendo la economía que más crece y con diferencia entre los grandes países, pero arrastra los pies en cuanto a la reducción del déficit público, cuyo descenso es todavía más lento de lo que Bruselas exige. A pesar de una leve desaceleración en el cuarto trimestre del año pasado, España creció en 2016 un 3,2% del PIB, se espera que crezca un 2,3% este año (aunque el Gobierno insiste en que será algo más un 2,5%) y aún se mantendrá en un dinámico 2,1% en 2018, siempre que no se produzcan cambios políticos sustanciales.

Y precisamente puesto que es posible, incluso probable, que en España no se puedan producir cambios si el Gobierno no logra pactar un presupuesto de nuevo cuño para este año, la Comisión tampoco parece inquietarse mucho por el hecho de que sea el único país de la zona euro que seguirá con un déficit por encima del 3%. “No tenemos que corregir nuestro análisis” ha dicho en referencia a esa disputa estadística con Madrid, ya que “las cosas parecen ir la buena senda” y “el crecimiento seguirá siendo bastante sólido en España tanto en 2017 como en 2018”.

Es decir que lejos de las cifras que se exponen en el frio y farragoso documento de análisis de las previsiones, de lo que ha dicho el comisario y de cómo lo ha dicho se deduce que España está muy lejos de constituir en estos momentos ninguna fuente de preocupación. A este paso, ni siquiera Grecia, que a veces vuelve a emerger bajo tonalidades de tragedia y que probablemente será el centro de todas las especulaciones del Eurogrupo de la semana que viene pero que según Moscovici “está haciendo más de lo que se preveía” en términos de crecimiento y de déficit.

Los nubarrones vienen sobre todo de que las condiciones que incentivaron la recuperación como la bajada del precio del petróleo y la depreciación del euro “están desvaneciéndose” y lo que el mundo tiene ante si son circunstancias “imprevisibles”, la primera “y más importante tomada individualmente” es la nueva orientación de la economía norteamericana, que puede tener efectos dañinos para el comercio mundial y la otra y más potencialmente letal es, junto a las consecuencias aún desconocidas del brexit, la irrupción de fuerzas populistas eurofóbas en varios países miembros. La lista de países que celebran elecciones este año con este ingrediente más o menos presente es impresionante: Holanda, Francia, Alemania, Bulgaria, República Checa “y probablemente Italia” a tenor de la evolución política de este país, que empieza a tener síntomas alarmantes.

Naturalmente, por razones obvias Moscovici se refirió a su propio país, Francia, como una de las posibles zonas de turbulencias, teniendo en cuenta que la fuerza política que puede ganar la primera vuelta de la elección presidencial se propone que el país siga el mismo camino que los británicos. “La salida de Francia de la moneda única sería una catástrofe para la zona euro y un desastre para Francia. La salida de Francia de la UE sería el fin de la UE”. Con esta amenaza sobre la mesa, ¿quién podría preocuparse de si un país en plena expansión como España incumple por dos décimas el objetivo de déficit?

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