Radiografía del mercado asegurador español
Radiografía del mercado asegurador español - ABC

Las fusiones se abren paso en el sector asegurador

Los bajos tipos de interés se «comen» el negocio y ponene a las pequeñas compañías del sector, familiares y muy solventes, en el punto de mira de los grandes grupos

MADRID Actualizado: Guardar
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La política monetaria del dinero gratis con la que el BCE lucha contra la crisis ha metido al sistema financiero en un territorio inexplorado. El escenario de bajos tipos de interés ha generado situaciones ajenas a la lógica económica, como pagar por prestar dinero, ha dejado sin fórmulas de ahorro tradicional a los particulares y debilitado el negocio de la banca. El mantenimiento prolongado de esa política afecta ya a sectores que hasta ahora habían conseguido, no sin esfuerzo, resistir. Es el caso de la industria aseguradora, que ve que este contexto va a acelerar, ahora sí, el proceso de concentración que lleva años anunciándose.

Según la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (Dgsfp), en 1994 había registradas en España 400 aseguradoras, mientras que hoy figuran 259.

Solo desde 2004, el número de compañías se ha reducido en un tercio, pero básicamente como consecuencia de la consolidación en el canal bancaseguros.

Pese ese ajuste, el tamaño medio de las aseguradoras nacionales sigue siendo pequeño en relación con el resto de Europa. Si en España la media de primas por compañía es de 220 millones, en Italia esta cifra sube hasta los 1.000 millones. «El menor tamaño de las aseguradoras españolas influye en la capacidad de respuesta de las compañías a los cambios regulatorios», dice Amparo Solís, socia responsable de Corporate Finance para el sector financiero de KPMG en España.

La nueva normativa de capital Solvencia II, que entró en vigor en enero, exige mayores niveles de capital a las entidades y penaliza la concentración de riesgo. Es decir, las pequeñas compañías que operan solo en un ramo del seguro tienen que acumular más capital que las grandes aseguradoras, que suelen tener su actividad diversificada por ramos y países.

Sin embargo, esto no es el gran quebradero de cabeza para el sector, que ha cumplido con holgura sus test de estrés. La mayor presión de la norma viene sobre todo por los mayores requisitos de control interno y reporte de información al supervisor y al mercado, que exige más recursos humanos y técnicos. «Si para una gran empresa toda esta burocracia supone una carga de trabajo adicional importante, para las pequeñas es un gasto que en muchas ocasiones es inabordable», dice Solís.

Por eso, frente a lo inicialmente previsto, los mayores requerimientos de capital han quedado minimizados como detonante del proceso de fusiones. «Se han establecido tantos regímenes transitorios que la adaptación del sector no está siendo traumática. Actualmente, el entorno de tipos bajos es, en mi opinión, el factor que más está impactando en el negocio», añade Solís.

Presión financiera

La actual política monetaria ha hecho que la oferta de productos de vida-ahorro garantizados, con una rentabilidad casi nula, pierda atractivo para los clientes. Además, los expertos auguran pérdidas derivadas de la dificultad cada vez más alta de casar las rentabilidades que han ofrecido con los rendimientos de los activos que tienen en cartera, pues son inversiones a muy largo plazo.

La situación es similar en seguros como los de automóvil. Hasta ahora, las compañías estaban compensando la menor facturación por pólizas y la mayor siniestralidad con los rendimientos financieros de sus inversiones. Pero los tipos bajos han cerrado esta vía de ingresos y habría ya compañías operando a pérdidas.

En ese escenario, y según fuentes del sector, las pequeñas aseguradoras son las llamadas en primer lugar a consolidarse. Y principalmente aquellas de capital familiar, que ante un cambio de gobierno temen un posible endurecimiento de la fiscalidad que dañe más su margen de maniobra. Pero lo que les apremia a integrarse en grupos mayores es la avalancha de los citados requisitos burocráticos y esa dificultad de crecer en negocio.

No es un problema de solvencia. Es más, sus márgenes de capital son más elevados que los de las compañías medianas o grandes, que compensan ratios de recursos propios más bajas con mayor generación de negocio. De hecho, la fuerte solvencia de esas pequeñas aseguradoras ha despertado apetito entre las de mayor tamaño, pues aunque no les aportarían mucho en cuota de mercado sí les permite mejorar en capital de cara a Solvencia II, según apuntó recientemente en una conferencia el director general del servicio de estudios ICEA, José Antonio Sánchez, quien recordó que los diez grupos más grandes concentran ya más del 60% del negocio.

La primera de las operaciones corporativas desde la entrada en vigor de esa regulación, la compra de Previsora Bilbaína por Catalana Occidente, asesorada por KPMG , parece cumplir a la perfección ese patrón. Y no tiene pinta de que sea la última. Algunas compañías, como Mutua Madrileña, ya han anunciado que tienen la chequera preparada.

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