Lucas Eguibar, durante la clasificación
Lucas Eguibar, durante la clasificación - EFE
Snowboard

Lucas Eguibar apunta al oro

El donostiarra aspira a medalla en la final de «snowboard cross» de los Mundiales de Sierra Nevada

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A pesar de nacer junto al mar, casi aprendió a esquiar antes que a caminar. Con dos años, sus padres ya le habían inculcado el amor por la nieve. Y a los quince, la tabla de snowboard se convirtió en todo su mundo. Hoy, Lucas Eguibar (San Sebastián, 1994) está a punto de conquistarlo. Luchará por una medalla en la final de snowboard cross, en el Mundial de Sierra Nevada. Brillar en su deporte, y en casa. Es el momento y el lugar. «Habrá que darlo todo, no hay otra», admitía ayer.

Se empeñó en ser el mejor en un deporte casi desconocido en España. Sin apenas infraestructuras y pocos referentes, pero con un horizonte en blanco para poder dibujar hazañas sobre él, Eguibar trazó su propio camino.

Esculpió su cuerpo con el rugby, con el que llegó a ser seleccionado para jugar con Euskadi, y moldeó sus movimientos con el surf que le ofrecían las olas de San Sebastián. Con la tabla escribió los momentos más brillantes de su carrera: diploma olímpico en Sochi 2014, campeón de la Copa del Mundo en 2015, bronce en 2016. Y después de trabajar también la faceta mental que obliga su deporte, y superar las molestias lumbares con las que aterrizó en Sierra Nevada, aspira a un podio para certificar su progresión y todo lo que puede dar todavía en el futuro. «Me veo en el podio. Ser campeón del mundo estará muy difícil. Aunque he luchado mucho para esto. Y quiero el oro».

Ha madurado gracias a un deporte en el que cualquier contacto con un rival puede acabar con una gran oportunidad, pero también, sobre todo, a las pruebas que ha ido encontrándose en la vida. Poco antes de viajar a Sochi, el hermano de Lucas, Nico, sufrió un accidente de moto que le dejó lesiones cerebrales. La lucha de uno se unió a la del otro. «Lo de mi hermano me marcó mucho. Y maduré. Veo las cosas de otra manera. Antes venía a las carreras, hacía lo que veía; y tal. Ahora miro al futuro. Veo que si este domingo me caigo no voy a optar a algunas becas y quizá no voy a poder ayudar tanto a mi familia como quisiese. Veo la competición como un trabajo. Y por eso me tomo tan en serio mis entrenamientos en casa».

Porque se prepara día y noche. En la nieve, en el mar, en el gimnasio. No es un principiante, estos son sus cuartos Mundiales, y por ello llega con aplomo y confianza en sí mismo, con la que sabrá gestionar la adrenalina y los nervios de un momento especial para él y para su deporte. Con él, Regino Hernández, que tampoco ha venido a participar, sino a agarrar el oro con fuerza, como ya hizo cuando era júnior. Un éxito que brindarán por ellos y por todos los que ya siguen sus pasos.

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