Crítica de Danza

La desgarradora maternidad

Peeping Tom estrena en España «Madre» en el teatro Central de Sevilla

Sevilla Actualizado: Guardar
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No hay forma de quedarse impávido o ignorar una propuesta de la compañía Peeping Tom, porque siempre traspasa tu piel y a veces duele.

En esta ocasión la compañía belga estrena en España en el teatro Central de Sevilla «Madre», una obra que explora cómo se construye la memoria partiendo del duelo por la falta de la madre.

Al iniciarse la obra el espectador no sabe muy bien dónde se encuentra: una sala de duelos, un museo, un estudio de grabación..., el espacio es parte fundamental de la historia que relata «Madre».

Primero fue «Padre», ahora llega esta «Madre» y la trilogía familiar de Peeping Tom acabará con «Kinderen» (Hijos).

En la obra, los habituales colaboradores de la compañía belga y cinco figurantes sevillanos, también habituales cuando actúan aquí.

Hay en esta «Madre» una mezcla de lo grotesco, lo humorístico y lo dramático. El público se ríe, pero también hay instantes en los que el relato traspasa los sentimientos y te toca directamente. No es una historia, son muchas historias en setenta minutos, donde se producen varias formas de llegar a este mundo.

El montaje es perturbador, con sonidos realizados por los propios intérpretes, que en un momento usan el agua a conjunto con los movimientos de los bailarines, o cantan «Cry baby» de Janis Joplin detrás del cristal de un estudio de grabación. La banda sonora reúne estéticas musicales diferentes sin chirriar.

En el escenario cuadros que van cambiando: uno del que sale un bailarín cuando otra intéprete mete en él la mano; otro que es un corazón que sangra..., todo tiene un sentido.

La danza es brutal, desgarradora, de imposible movimientos, como esas puntas sobre los dedos, o esos saltos sin manos hacia adelante, las caídas en el aire, o los espasmos de todo el cuerpo. Una mujer sale de una máquina de café, se aferra a ella, mientras la mezzosoprano Eurudike de Beul canta sobre un armonium.

No hay un ápice de descanso en esta obra que en principio iba a ser un homenaje a la recientemente fallecida madre de Gabriela Carrizo, la directora, y que al final se ha convertido en una desgarradora construcción de la memoria en la que los intérpretes cantan, hablan, danzan o incluso destrozan la estancia con violentos movimientos.

«Madre» es una reflexión muy especial, un universo particular, a veces trágico, pero muy brillante y que te invita a reflexionar.

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