Una escena de «Lorenzaccio»
Una escena de «Lorenzaccio» - Pierre Grosbois

«Lorenzaccio», en versión original

El Teatro Nacional de Burdeos en Aquitania presenta en el teatro de la Comedia la obra de Alfred de Musset

Catherine Marnas dirige la obra, que ella define como «el Hamlet del teatro francés»

Madrid Actualizado: Guardar
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«“Lorenzaccio” es el “Hamlet” del teatro francés», dice Catherine Marnas, directora del Teatro Nacional de Burdeos en Aquitania, que cierra la temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con su producción del clásico de Alfred de Musset. El conjunto francés está en Madrid en «devolución» de la visita a Burdeos de la compañía española, que presentó en febrero «La vida es sueño». Marinas coincidió en México con Helena Pimenta, actual directora de la CNTC, cuando ambas trabajaban con sus propias compañías, y ambas se interesaron mutuamente en el trabajo de la obra. Al acceder recientemente a un cargo público decidieron reforzar los lazos entre las dos instituciones. «Hay que acostumbrar poco a poco a los espectadores a esta “gimnasia” de ver teatro en otro idioma.

Es una manera de abrir puertas; hablamos mucho de Europa, pero es poco más que un concepto económico. La cercanía de España y Francia merece que haya un mayor diálogo cultural entre ambos países. Y también teatral. “La vida es sueño” tuvo un éxito increíble en Burdeos. El idioma no es una barrera infranqueable. Hace unos años, en Brasil, monté una obra de teatro con actores brasileños y franceses. Un mismo papel lo hacían dos intérpretes: unas frases las decía uno en portugués y otras otro el francés, compartían el texto. Había subtítulos, pero los espectadores, poco a poco, iban dejando de prestar atención a los subtítulos, porque podían entender lo que se decía».

Catherine Marnas
Catherine Marnas - Pierre Grosbois

Cree la directora que «debería ser obligatorio para los actores que estudiaran en otro país distinto al suyo. Yo dirijo una escuela de formación de intérpretes; la penúltima promoción estuvo estudiando cinco semanas en Buenos Aires, y montaron un espectáculo con un director argentino hablando en español. Lo presentaron en el festival de Avignon: resultó muy chocante ver a actores franceses interpretando en español, pero no podemos estar encerrados cada uno en su país; se corre el riesgo de caer en el nacionalismo».

Texto contemporáneo

La propia Catherine Marnas dirige «Lorenzaccio», que es, dice, una excepción dentro de su carrera, centrada sobre todo en autores contemporáneos. «Vi en “Lorenzaccio” una contemporaneidad total. Lees el texto y parece que se refiera al aquí y al ahora. No hay que profundizar mucho para encontrar paralelismos entre el reinado de Luis Felipe I, en que se desarrolla la obra, y nuestros días: juventud decepcionada, crisis económica, mundo político vulgar y cínico, valor absoluto de la economía, tendencias reaccionarias...»

No existe una compañía estable en el Teatro Nacional de Burdeos en Aquitania, uno de los pocos centros dramáticos dirigidos obligatoriamente por artistas, y no por gestores. «Es importante que sea una persona de teatro quien esté al frente de estas instituciones. Nuestra visión es diferente -no digo que sea mejor o peor- que la de un administrador». En este «Lorenzaccio», protagonizado por Vincent Dissez, ha trabajado con varios de los actores con los que trabajaba en su propia compañía; «algunos me siguen desde hace veinte años», dice.

Actrices y actores

Catherine Marnas define «Lorenzaccio» -una obra escrita en 1833, cuando Alfred de Musset tenía 23 años- como una pieza capital del teatro francés. «No pudo estrenarse en su día, y pasó mucho tiempo hasta que se pudo descubrir esta obra. En la época en que la escribió, Musset estaba muy decepcionado con el teatro, que creía que era un arte anticuado y muy limitado; él necesitaba más libertad que la que le daba la escena. Había además una gran censura política, y él decidió escribir una obra de teatro, pero para ser leída. Se llamaba teatro en el sillón -«un spectacle dans un fauteuil»-; consideraba al lector un director que imaginaba su propia puesta en escena. No tenía límites, así que la obra tiene más de treinta personajes, muchísimos escenarios... Esta libertad hizo que no se estrenara hasta varias décadas después, en 1896. La hizo además Sarah Bernhardt, que inauguró una tradición de que el personaje de Lorenzo de Medicis, el protagonista, lo encarnara una mujer (en España lo estrenó, en 1982, Victoria Vera). Tenía sentido, porque hay una homosexualidad latente en el personaje. Pasó mucho tiempo -explica Marnas- hasta que lo encarnara un hombre; el más famoso fue Gerard Philipe, que lo interpretó dirigido por Jean Vilar. Yo no lo ví, pero todo el mundo estaba enamorado de Lorenzo; era un ángel».

Para su puesta en escena, Catherine Marnas ha elegido también que al protagonista lo encarnara un hombre. «Pero no es un ángel; quería tener las dos caras de Lorenzo, que resulte un personaje al tiempo adorable y antipático, odioso. Es importante para mí cuestionar el cinismo, el nihilismo, está desenvoltura amarga que es una característica de nuestra época. Yo puedo entender el éxito de personajes como Michel Houellebecq, pero ya está bien... Hay que pasar de este cinismo, de esta manera de reírnos de todo. Cansa, toda la energía que ponemos en esa carcajada no la ponemos en ayudar al otro. Y Lorenzo tiene los dos lados».

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