Miriam Iscla y Sol Picó, en un momento del espectáculo
Miriam Iscla y Sol Picó, en un momento del espectáculo - Teatro de La Abadía

Carme Portaceli: «Para pasar página hay que leerla primero»

«Solo son mujeres», un espectáculo interpretado por Miriam Iscla, Sol Picó y Carmen Conesa, que interpreta la música de Maika Makovski, llega a La Abadía

MADRID Actualizado: Guardar
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La directora Carme Portaceli tenía ganas de contar una historia que tuviera que ver con la memoria histórica. Llegó a sus manos «Solo son mujeres», un texto de Carmen Domingo que recogía cinco monólogos de otras tantas mujeres, inspirados en figuras reales, situados todos en centros penitenciarios femeninos en nuestra guerra civil. Éste es el origen del espectáculo que llega al teatro de La Abadía el día el próximo día 30, en el que Carme Portaceli ha reunido la palabra, la música y el movimiento. La actriz Míriam Iscla, la bailarina y coreógrafa Sol Picó y la actriz y cantante Carmen Conesa -que interpreta la música de Maika Makovski-, son las intérpretes de esta función.

«En mis espectáculos siempre han tenido mucha importancia la banda sonora -a poder ser interpretada en directo- y el movimiento», explica la directora.

«En este caso, al tratarse de cinco monólogos que yo quería que interpretara una sola actriz, la música y la danza ayudan a explicar de una manera más orgánica que simplemente con la palabra estas historias. Representan más el espíritu de las mujeres presas que aparecen en el texto».

Los monólogos hablan de cinco mujeres en la guerra civil española, pero Carme Portaceli ha querido ir más allá. «Se habla de personas de las que nunca se ha hablado -dice-; hay mujeres que lucharon por la democracia y que no salen en los libros de historia. En aquel momento los hombres sí eran considerados presos políticos; las mujeres eran o prostitutas o delincuentes comunes, y no hay cifras de las fusiladas, de las desaparecidas... Era importante contar esta historia»,

Recuerda Carme Portaceli una frase de Víctor Català (seudónimo de Caterina Albert i Paradís): «las mujeres somos las olvidadas de los olvidados» para afirmar que las grandes víctimas de las guerras son las mujeres. «Hay una estrategia sistemática de guerra, que es la violación: es una manera de destrozar ética y moralmente un país, porque es terrible quedarse embarazada de tu enemigo».

El teatro sirve, cree la directora, para aprender. «Nos ha tocado vivir una historia; ni mejor ni peor que la que han vivido otros, y hay que revivirlas y sacarlas a la luz para tapar las heridas y darnos la mano. Pero para eso habrá que contar lo que pasó y la gente tendrá que enterrar a los suyos algún día. Yo pensaba, cuando el tsunami, que la gente que no pudo enterrar a sus familiares debió esperar durante años a que llamaran a la puerta, porque de otro modo nunca se cierra. Y hay que cerrar las puertas; hay que pasar página, pero hay que leerla primero».

Existe la tentación, en montajes así, de sobreactuar el sufrimiento y buscar la lágrima fácil. Carme Portaceli ha buscado, sin embargo, «canalizar el sentimiento». «No hay que hacer un drama de algo que tristemente es de esta manera; lo que hay que hacer es explicar y contar la historia para que nos sirva de algo en esta vida. No he dejado llorar a los actores. Ellos tienen que ser los que conmuevan y hagan llorar con sus historias a los espectadores»,

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