El castillo de Butrón, a 19 kilómetros de Bilbao, se inspira en las fortalezas de Baviera. :: A. ALDAI / EFE
Sociedad

Se vende castillo a precio de saldo

La fortaleza de Butrón sale a subasta por 3,5 millones después de intentos infructuosos por explotar su atractivo turístico

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Nueva oportunidad para los cazadores de gangas: el castillo de Butrón se subasta. Está muy céntrico, a 19 kilómetros de Bilbao, y tiene 2.400 metros cuadrados, lo que permite acondicionar un amplio salón. El precio de salida para pujar en internet se cifra en 3,5 millones de euros. Aunque a primera vista pueda parecer un dineral, no lo es tanto. Hace un año se puso a la venta por 10 millones de euros y ningún inversor aflojó el bolsillo para hacerse con la histórica edificación, que se eleva en el municipio de Gatica (Vizcaya).

Según reza la publicidad, el emplazamiento es privilegiado. A su vera se yerguen árboles centenarios. Además está bien comunicado, a 14 kilómetros del aeropuerto de Bilbao y a 16 del puerto deportivo de Getxo. Quien esté interesado en su compra dispone hasta el 21 de octubre para pujar por el mejor pisito de Vizcaya.

La de Butrón no es una fortaleza cualquiera. No se trata de un montón de piedras arrumbadas. Pese a que las murallas datan del siglo XIV, la última restauración se hizo ayer mismo, entre 1990 y 1994. Con todo, la remodelación que se ejecutó en el siglo XIX confirió al conjunto un aire de pastiche. El marqués de Torrecilla, Narciso de Salabert y Pinedo, tuvo el capricho de poseer un castillo como los que existían en Baviera, con mucha almena, tejados de pizarra y resabios palaciegos. Todo muy germánico, pero en las antípodas de la fortaleza típica española.

Con esa estampa medieval, el lugar parecía pintiparado para celebrar en él justas a caballo y otras horteradas que hacen salivar a los turistas, pero la cosa no cuajó. Ni exhibiciones de cetrerías ni torneos con lanza y armadura consiguieron que el negocio remontase. Así, endeudados y vencidos por los bancos, los propietarios del recinto decidieron echar el cierre en 2004.

Fue entonces cuando lo adquirió Inbisa, que desembolsó por el edificio 1,6 millones de euros. La empresa se frotaba las manos pensando en un jugoso arrendamiento que no llegó. Tampoco prosperaron los intentos de la firma para que una empresa hostelera y restauradora explotase la finca.

El complejo consta de cinco plantas, cubierta y cuatro torreones. En su interior alberga una antigua capilla y un patio de armas. Una biblioteca, un almacén de víveres y hasta una mazmorra son otros de los atractivos del lugar, que, a pesar de su espléndida ubicación, no ha logrado cautivar a ningún fondo de inversión extranjero.

Sobre el castillo parece pesar una maldición. La Diputación de Vizcaya acarició la posibilidad de abrir un parador en los años ochenta y hasta se dijo que un anticuario japonés que se tuteaba y comía con George Bush estuvo a punto de comprarlo. La fortaleza inspira negocios de ensueño que la crisis inmobiliaria se empeña en derribar. Y eso que el precio tiene pinta de chollo: algunos pisos al lado del Guggenheim valen lo mismo que el castillo.