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Dos casas

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En 1a Casa de Mora fue levantada por el acaudalado ganadero y vinatero José Moreno de Mora ocupando el espacio de siete edificios que se demolieron al efecto entre las calles Ancha y Cánovas del Castillo. Su propietario que fue alcalde de la ciudad, vivía largas temporadas en París y promovió también obras sociales de importancia como el Hospital Mora. La casa se inaugura en1862 mediante un baile al que asistió la reina Isabel II. Proyectada por Juan de la Vega con la colaboración de arquitectos franceses, es la única pieza de arquitectura doméstica de la ciudad catalogada como BIC (Monumento). Esto produce dudas pues si bien la composición y el tratamiento de los materiales y ejecución de la amplia fachada historicista a calle Ancha son de gran calidad, en el interior se revela notable contradicción entre las modernas tecnologías, como la estructura de perfiles de acero roblonado, y la tosquedad de acabados eclécticos. Dispone de un rico patrimonio que incluye: muebles, guarniciones, tapices y cuadros. Pero me interesa particularmente una casa de muñecas a imagen de la Casa Pérez Llorca. La mandó hacer Carmen Carranza para su hija Toti Picardo, actual propietaria del inmueble que ya ocupó su abuelo Ramón de Carranza, sobrino político de Moreno de Mora y alcalde también de la ciudad.

La casa Pérez Llorca corresponde al modelo de casa de comerciante que caracteriza la ciudad, con una interesante reforma de influencias modernistas que destaca en una relevante posición de borde en la Caletilla de Rota. Profeso especial cariño al edificio, en cuyo piano nobile mantuve mi despacho de arquitecto, tanto como al propietario y amigo, el oculista y senador Jaime Pérez Llorca, que nos dejó hace poco. Él me habló de don Manuel de la Pinta, último alcalde republicano de Cádiz, catedrático de medicina forense, excelente facultativo y mejor persona. Contaba Jaime que cuando le fusilaron el 30 de septiembre de 1938, su padre que era muy amigo del compañero ejecutado anduvo dudando en asistir al entierro por miedo a significarse; finalmente optó por el afecto al amigo y acudió. Regresó tranquilo pues en el sepelio estaba también Ramón de Carranza, de nuevo alcalde por nombramiento de los franquistas