Cartas

La cláusula suelo

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37 años de experiencia en banca son más que suficientes para saber de qué hablo. He conocido préstamos personales al 27% y plazos fijos al 18%. Eso antes de que las ganancias de los bancos dejasen de ser un diferencial y se tradujesen en comisiones, cajeros, ollas, sartenes o mantelerías. Cuando se inventaron las hipotecas a 'interés variable', los clientes respiraron al desterrar el 'tipo fijo' de por vida. Las bases de cálculo fueron, primero el Mibor y después el Euríbor, índices variables que incidían en los intereses a pagar por una hipoteca. En los préstamos hipotecarios se incluyeron lo que hoy denominaríamos 'cláusula suelo', pero también la 'cláusula techo'. Ningún cliente, que yo recuerde, me preguntó nunca qué pasaría si el Euríbor rebajaba su valor. Seguramente porque era impensable que bajara tanto. Eso sí, siempre se interesaban, y mucho, por qué pasaría si el Euribor se disparaba. En este punto, había que explicarles para qué era la 'cláusula techo'. Ni una ni otra son lógicas, y puede que ni legales, pero entonces se aceptaron por ambas partes y nadie puso ninguna pega. Los tiempos cambian.