NO TODOS SON IGUAL DE MOROSOS

La morosidad, tan importante para la marcha de la banca, tiene también sus matices que es conveniente subrayar. Los últimos datos la sitúan en el 11,38% y, en un escenario de seis millones de parados y de clara tendencia en la caída de las retribuciones de los activos, es de destacar que las hipotecas impagadas estén por debajo del 3,5%.

Se podría esperar un mayor porcentaje teniendo en cuenta, entre otras cosas, el protagonismo que los desahucios están teniendo en los últimos tiempos. Sin embargo, tal porcentaje confirma aquel dicho de que «los hogares españoles prefieren no comer antes que dejar de pagar la hipoteca».

La creciente morosidad tiene su principal causa en los créditos que las entidades financieras españolas dieron a promotoras e inmobiliarias, ya que no han devuelto en el plazo que tenían fijado casi un tercio de lo que se les prestó y ello supone que son responsables del 44% de los préstamos «problemáticos».

Los clientes de pasivos (créditos), que no son empresas, son los que mejor comportamiento están teniendo en la dura crisis y esos mismos clientes de activos (los que suscriben depósitos, fondos de inversión, bonos y otros productos financieros) son los que están sufriendo más duramente en su patrimonio esta crisis. No hay duda de quién, de verdad, está soportando lo peor de esta crisis.