Economia

Rajoy apuesta a todo o nada con el déficit

La relajación unilateral de los números rojos cuestiona el rigor de la UE y podría acabar en sanciónEl intercambio de información entre el Gobierno y Bruselas se intensificará mañana en una nueva cumbre de ministros de Economía

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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La partida ha empezado. A un lado del tapete se sienta el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, guardián de la renovada normativa común que exige un rigor implacable en las finanzas públicas. Enfrente se encuentra Mariano Rajoy, primer mandatario de la zona euro que ha desafiado los dictados económicos de Bruselas. Su jugada con el déficit resulta tan agresiva que puede considerarse una apuesta a todo o nada. En los próximos meses, el Ejecutivo comunitario determinará si cede ante la decisión unilateral de España y relaja su límite de gasto. El veredicto, sin embargo, no está libre de riesgos. La Comisión puede optar por las sanciones y transformar el órdago en un duro revés. El líder del PP puso la baraja sobre la mesa tras la cumbre de presidentes de los Veintisete celebrada la semana pasada.

Sin habérselo comunicado previamente a sus colegas, Rajoy sorprendió a todos al anunciar que modificaba el objetivo de déficit fijado para este año. Por una decisión «soberana» de España, el límite de gasto saltaba del 4,4% al 5,8%. En la sala, repleta de medios internacionales, muchos no pudieron evitar una mueca de asombro y la posterior constatación de que se avecinaban problemas. Apenas unas horas antes, el mandatario popular había firmado junto a sus socios el nuevo tratado fiscal, un pacto alentado por Alemania que graba a fuego un estricto control del gasto público.

La primera reacción de la UE fue recordar las angustias que pasó España el año pasado. Con los mercados echados al monte, la prima de riesgo se disparó hasta niveles asfixiantes. El presidente de los Veintisiete, Herman Van Rompuy, evocó esta situación y auguró que los inversores podrían volver a «castigar» la deuda española. El pulso, lejos de serenarse, se calentó con el paso de los días. La Comisión llegó a sugerir el pasado lunes que el Gobierno de Rodríguez Zapatero esquivó el rescate en 2010 gracias a los recortes para cumplir con el déficit. Visiblemente molesto, el Ejecutivo comunitario lamentó que Rajoy tomara la decisión por su cuenta e insistió en que las sanciones no pueden descartarse.

El precedente belga

En pleno fragor de la crisis, los socios comunitarios optaron por endurecer la normativa de la Eurozona para mostrar a los mercados que los desfases presupuestarios no volverán a tolerarse. Estas reformas incluyen la posibilidad de multar a un país con el 0,2% del PIB (2.000 millones en el caso de España) si no actúa de forma decisiva para reducir el déficit. La Comisión ya ha demostrado que va en serio con las sanciones. Bélgica, que este año tiene como meta de gasto el 3%, fue amonestada en enero y no tuvo más remedio que apretar con la tijera. Fuera de la moneda única, los castigos aplicables suponen la congelación de los fondos de cohesión. Hungría ya ha sido advertida y como no reaccione las ayudas se le reducirán desde 2013.

Rajoy tiene alrededor de dos meses de plazo para rebajar las tensiones con la Comisión y conseguir que se ponga de su lado. Los contactos ya han comenzado. Esta semana un grupo de inspectores de Bruselas han acudido a Madrid para recabar información de primera mano. La misión, habitual dentro de las prácticas comunitarias para conocer el estado de las cuentas públicas en los socios, sirvió para que recibieran una primera explicación detallada de la desviación del déficit, que en 2011 se disparó al 8,5%. El Ejecutivo comunitario ha insistido en que el análisis de este desfase y las medidas incluidas en los próximos Presupuestos serán concluyentes para determinar si avalan la relajación planteada por el Gobierno para este año.

El intercambio de información y puntos de vista se intensificará mañana en una nueva cumbre de los ministros de Economía de la zona euro. Luis de Guindos ya ha avanzado que para lograr el nuevo objetivo deberán recortarse 29.000 millones. Durante el encuentro también habrá oportunidad de estudiar los argumentos utilizados por España para justificar la flexibilización. El Gobierno defiende que en ningún momento vulnerarán la normativa comunitaria porque el concepto clave es el déficit estructural. Es decir, que el peso de los ajustes debe ceñirse a la cifra que refleja el gasto esencial de un país excluyendo los ascensos derivados por el aumento del paro o el impacto global de la crisis.

Receta germana

El debate también tiene una interpretación menos técnica. Distintos medios internacionales consideran que España, en realidad, ha puesto en cuestión la estrategia de la UE para salir de la crisis. Por primera vez un país se ha atrevido a desmarcarse de la receta germana de austeridad máxima sin resquicios para estimular el crecimiento. El 'Wall Street Journal' decía estos días que Rajoy se había plantado frente a la «inquisición presupuestaria». Poniendo como ejemplo el elevado nivel de desempleo, el rotativo abogaba por ser menos rigídos con los límites y apostar por reformas -citaba una bajada de impuestos- enfocadas a impulsar la actividad.

El 'Financial Times', la gran referencia informativa en Bruselas, se ha expresado en unos términos muy parecidos a su gran competidor. Uno de sus columnistas estrella remarcaba que en lugar de «forzar a España a una rápida reducción fiscal, sería mucho más sensato darle el tiempo que necesita para que su valiente reforma laboral empiece a funcionar». El pulso no ha hecho más que empezar. Las cartas se pondrán boca arriba en mayo o junio.