Sociedad

«Aquí se sufre y se llora, las batallas son largas, pero triunfa el amor»

Hay una sala donde solo los chavales pueden entrar. Tienen ordenadores, juegos y el apoyo de la fundación de Paco Arango, que ha rodado una película para ayudarles

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Maktub', que en árabe significa 'estaba escrito', es un canto a la vida con el que Paco Arango quiere recaudar dinero para reformar el centro de trasplantes de médula del hospital Niño Jesús y, de paso, sensibilizar a la gente con el cáncer infantil. Siendo hijo de Plácido Arango -uno de los hombres más ricos de España, dueño de la cadena VIP, con 350 establecimientos, y propietario de una colección de arte que reúne varios 'goyas', 'murillos' y 'zurbaranes'- digamos que tenía la vida resuelta. Pero hace unos cuantos años, cuando comía los primeros martes de cada mes con un cura, «le dije que quería mancharme las manos y me puso en contacto con la organización ASION, la Asociación Infantil de Oncología de Madrid». Empezó a ir una vez a la semana al hospital, a pie de cama, «luego dos, tres días y me comió la vida».

En 2005 fundó Aladina, una entidad privada sin ánimo de lucro para apoyar a los chavales con cáncer y a sus familias. Sobre todo, en el plano emocional. Aladina, que tomó el nombre del programa infantil que produjo para TVE y protagonizó Paz Padilla, les paga la wi-fi en todo el hospital y pone el material en ese refugio prohibido para los adultos y los pacientes más pequeños. Los adolescentes echan ahí las tardes, con ordenadores, consolas, teles, pinceles ... «Y tampoco es suficiente. En 2005 no había nada para ellos, ahora hay más, pero hay que seguir trabajando. Son el punto más débil, complicado, del hospital», reconoce Arango, consejero de la empresa familiar, «aunque no ejerzo». Bastante tiene con la película, estrenada las pasadas navidades, y Aladina. «¿Quieres que trabaje más?».

Teatro, todas las tardes

Exquisito y solidario como su padre, se molesta cuando se le pregunta qué hace un chico como él en un sitio como éste. «¡Es absurdo pensar que porque se tenga más o menos se puede ser más o menos solidario! ¡La filantropía es filantropía y punto!».

Aladina se financia con donaciones y el esfuerzo de una red de colaboradores que visitan a los críos sin máscaras ni maquillajes. «Nosotros hablamos sin tapujos a los adolescentes. Somos un familia y hay muchísimas pérdidas. Se acaba de morir Juan Manuel... 17 años... Había perdido la vista... Esto es difícil, pero tan necesario...». «Se sufre, se llora, las batallas son largas y duras. Algunas se pierden, pero al final el amor y el cariño sobresalen de toda esta experiencia»

Así lo piensan también las otras 16 organizaciones que dan calor en este hospital con hechuras del siglo XIX y filosofía del XXI. Akafi, Asana y el Circo Piruleto, por ejemplo, hacen con los niños una revista, llevan cuentos y libros a las habitaciones, por las tardes les hacen sonreír en el teatro... Hay muchas más. ASION, formada por padres de enfermos, proporciona alojamientos en Madrid, lo más cerca posible del Niño Jesús, algo complicado porque el hospital mira al Retiro y el metro cuadrado está por las nubes.

La fundación Abracadabra trata de contagiar su ilusión con números de magia; Antena 3 realiza y emite un canal de televisión especial para los niños hospitalizados. También les lleva de excursión a sus platós. La fundación Pequeño Deseo trata de cumplir los de los pacientes con peor pronóstico. «La magia existe y los milagros también. Pero como a veces tardan en llegar, intentamos que ese tiempo en el hospital se pase lo mejor posible», resume Arango.

Quizás el mejor sitio para comprobarlo sea el teatro, con su escenario y butacas, remodelado con ayuda de Aladina. En ellas se sentó el mismísimo príncipe heredero de Japón, Naruhito, de visita con la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre. El férreo protocolo japonés prohibía a los críos acercarse a él, aunque fuera con un dibujo. Pero al final se lo dieron. ¿Quién le niega algo a un 'niño luna'?