PAN PARA HOY

MORIR

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Perra vida. Ya puedo yo desplegar el ingenio mayor del reino en este artículo, que nunca podré competir con el nombre que se escondía detrás del hombre al que esperaba Sara Montiel mientras fumaba. De todos modos, lo intentaré. Me da miedo morirme, o pereza, o las dos cosas a la vez. No por lo que me pueda encontrar en el más allá, ese no es el motivo de mis temores; algo habrá, estoy seguro; a lo peor, otro cuerpo al que animar. Mi preocupación es el más acá, la vida perra esta que dejaré con todas sus opiniones e interpretaciones sobre mi paso por ella. Todas subjetivas y alimentadas por las envidias, los celos y las deudas que dejaré. ¿Qué obituario puedes esperar con ese alimento? Fíjense en el caso de Fraga. No ha habido consenso; que si era un reformista, que si era el último mohicano franquista, que si era bueno, que si sí, que si no. Lo único que he sacado en claro es que era gallego y español. Antiguamente, cuando se le temía a Dios, se le solía dejar la tarea del juicio final a ÉL. Ahora no, nos hemos abonado al veredicto tertuliano. Así que aquí se trata de estar presente para que, por lo menos, te puedas defender o contraatacar a los inquisidores con algún as en la manga de esos que hay que tener en sociedad. Ocurre lo mismo con las conversaciones en la cuadrilla de amigos. Siempre se habla del que no está, por eso nos cuesta tanto abandonar el grupo, porque sabemos que está en juego nuestro despelleje. Y es que, seamos sinceros, todos tenemos algo que puede ser considerado punible por la masa crítica; la vida es muy larga como para solo acumular aciertos. En la Edad Media, cuando se vivía unos cuarenta años, era fácil ser santo. Ahora, a base de sumar primaveras, y con tanta tecnología al servicio de satanás, lo normal es tener algún descosido en la moral o en la conciencia. Que también te podían perdonar los vivos e irse al bollo directamente, aunque sea por empatía, solidaridad o coherencia. Pues no; te mueres y saltan todos a la yugular seca para rematarte. Yo lo tengo claro: me agarro a la vida como un gato a unas cortinas. Pasen buen día.