ATAQUE AL GORDO

No me extraña que en unos meses el Parlamento Europeo, gran experto en pamplinas, discuta una propuesta de algún diputado que pida que se le cambie el nombre al «gordo» de Navidad por considerar que es una invitación a la obesidad. Tendremos que ponerle en vez del «gordo» de Navidad el «talla 36» o algo así.

Les digo esto porque uno de los principales culpables del exterminio de los gordos del planeta, Pierre Dukan, el de la dieta, ha propuesto combatir la gordura entre los jóvenes dándoles más nota en el colegio a los dergaito que a los que nos pasemos de peso. Vamos que me veo para sacar sobresaliente, en vez de leyendo libros, yéndome a un supermercado a que me metan en la máquina de cortar el choperpó para que me quiten unas lonchitas de la zona lumbar y estar en el peso perfecto, que será lo que importe para aprobar. Al final el tío propondrá hábilmente que en vez de un libro de Matemáticas en los colegios le den a los alumnos uno con su dieta de los bisteles, porque este dice que se adelgaza comiendo bisteles.pero sin papas. Te qui tu i, Dukan.

Yo al «Mistol», como me gusta llamar a Dukan, porque es un quitagrasas, le tengo el mingo puesto, lo reconozco. Su dieta es un gran negocio y seguro que está en complú con los del Macmona ese. Yo los engordo y tú los adelgazas, quitándoles las papas, dirán los dos cerebritos estos de la globalización.

Tengo claro que una vez que los fumadores estén exterminados, el próximo objetivo seremos los gordos y Dukan lo que hace con su propuesta en Francia es empezar a abrir el camino. Ahora saldrán dos o tres estudios de universidades americanas, preferiblemente de Wisconsin, que dirán que los gordos somos los que nos estamos cargando la capa de ozono, porque siempre tenemos muchos gases. Dirán también que la crisis económica la hemos causado nosotros porque somos el verdadero terror de los mercados y defenderán que el mejor alimento del mundo es el arró en blanco, sin ningún tropezón de choquitos.que vida más sosa.

Terminar con el diferente. Es la idea obsesiva de los mercados, los que mandan, que no nos hemos caido de un «Guindo». Parece evidente que cuanto más iguales seamos todos, más facil será dominarnos.