Editorial

Arriesgada iniciativa

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El lehendakari Patxi López expuso ayer un decálogo para alcanzar el final del terrorismo «con memoria» incluyendo en él principios inapelables de la convivencia en libertad junto a cuestiones que entrañan indudables riesgos. Su llamamiento a los etarras presos para que «asuman la legalidad penitenciaria» seguido de su propuesta de orientar la política penitenciaria hacia la «superación del ciclo terrorista» contemplando «el acercamiento progresivo siempre y cuando favorezca la reinserción» ofrece una fórmula tan medida conceptualmente como incierta en sus efectos. El problema es que la indicación del lehendakari sea entendida como una oferta susceptible de negociación, como una invitación al trueque de exigencias y condiciones, por parte de quienes ayer mismo, en nombre de Bildu, reclamaron nada menos que la «inmediata desactivación de la política penitenciaria criminal». Algo que, ya de entrada, subsumiría las decisiones individuales de cada etarra preso en el ritmo que establezca el colectivo disciplinado bajo la pervivencia de ETA y que, a la postre, contribuiría a hacer olvidar que los condenados y procesados lo están por gravísimos delitos que no pueden ser acreedores a una especie de indulgencia ambiental.