Editorial

El ocaso de Berlusconi

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Asediado por dificultades de todo orden, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, esbozó un plan político y personal a primeros de julio: no será candidato a dirigir el Gobierno en 2013, cedió la dirección del partido -y, de paso, le ungió como su sucesor- al entonces ministro de Justicia, Angalino Anfano, y renunció a aspirar a la presidencia de la República. Pero el propio Anfano debió precisar el domingo que Berlusconi «no desea dimitir» y que su partido, Pueblo de la Libertad, le apoya. Pero la doble afirmación debe tomarse con algo más que reservas porque, de nuevo, el presidente del Consejo va de tribunal en tribunal, sin el vergonzoso blindaje 'ad hoc' que Anfano y un Parlamento servil y ciego le dieron. Esta vez era el escándalo Mills, un abogado británico acusado de aceptar un soborno para declarar en su favor, y ya le espera un tribunal milanés acerca del asunto Mediaset (presuntos fraude fiscal y falsa contabilidad). El fin de semana, además, hubo nuevas y abrumadoras filtraciones sobre sus fiestas privadas y sus burdas hazañas sexuales incompatibles con su condición de primer ministro. Berlusconi está en un ocaso que él debería acortar cuanto antes por el único medio que no parece dispuesto a utilizar: la renuncia.