HABLANDO CLARO

Los de siempre

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En realidad, están encantados con la visita del Santo Padre a España ¡Qué sería de ellos si no viniese, condenados a no aparecer en televisión, ni en prensa, ni en radio, con este motivo! Deberían agradecerle a Benedicto XVI las próximas subvenciones que les den, porque estos protestan mucho por los gastos que se ocasionan con la visita papal, pero trincar si que trincan de los dineros públicos sin ponerse colorados. Nadie sabe cuántos son, ni de que viven, ni muestran ningún interés para ellos mismos por esta tan cacareada transparencia económica que exigen solo cuando de la Iglesia Católica se trata. Se agrupan en plataformas y organizaciones de las que solo oímos hablar cuando los católicos se movilizan. En realidad viven casi en la sombra, en sus catacumbas laicas, sin ningún rastro de vida exterior.excepto cuando, perfectamente organizados y a la voz de ¡ya! se disponen a mostrar su descontento por la visita del Vicario de Cristo. Nunca se sabe cuantos podrían reunir, entre todos ellos, seguramente muy pocos, y en el fondo tienen envidia. Eso de que miles de jóvenes de todo el mundo lleguen a la capital de esta España zapateril a vitorear a un anciano de pelo blanco que representa al sucesor de San Pedro, les pone los vellos de punta. Que un hombre así pueda concitar multitudes es algo que no se explican, porque andan bastante justitos de neuronas, todo hay que decirlo. Ya se sabe que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta, y a ellos Salamanca no les ha dado mucho para lucirlo. Desesperados como están, deben aprovechar esta visita para hacerse notar, que ya queda poco para seguir trincando del Estado, y recurren al miedo. Hablan de que se prepara una reconquista católica para España, como si España fuera musulmana (esto seguro que les pondría mas), pero no nos dan mas datos. Preparan manifestaciones alternativas a las que irán unos cientos de descontentos y gimen su dolor cuando desde esas mismas instancias oficiales que les untan, les niegan ahora los recorridos de protesta que planeaban, para mostrar su pacifismo de obra y de palabra. Si usted va a Madrid a ver al Santo Padre y se los tropieza, ni les haga caso. Si lo piensa bien, no tienen ni media torta encima, y además son unos provocadores. Ni con currinches ni con chulos de barrio hay que gastar guantazos. Ponga la otra mejilla y cuando se le acaben rece por ellos. Es lo mejor.