LA HOJA ROJA

ESTATUAS DE SAL

Con tanto ataque de nostalgia y tanto mirar de reojo para atrás, empezamos a correr el mismo riesgo que Sara, la mujer de Lot ¿se acuerda?

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sí ya sé que lo del Antiguo Testamento no cuenta en eso de 'cosas del ayer' que tanto le alimenta en estos tiempos de hambruna sicológica, y que por tanto, no piensa hacer el más mínimo esfuerzo por recordar a esta joven incauta y un poco cotilla, que desobedeció a su Dios cuando salían de Sodoma y, por volver la vista atrás, quedó convertida en estatua de sal, inmóvil pero tan frágil, hermosa pero tan vulnerable, expuesta a que la lluvia la borrara para siempre. Ahora sí se acuerda ¿verdad?, sobre todo por aquella infame película de John Huston en la que Sara y Lot huyen a través de una montaña mientras en su pueblo se seguía celebrando el día del Orgullo Gay por todo lo alto. En fin. Que parece que esto viene de antiguo, lo de mirar para detrás, digo. Luego fue el tiempo de los dichos populares, lo de atrás ni para coger impulso, lo de Machado y la senda que no has de volver a pisar, y hasta la canción de Karina, que bien podría convertirse en la banda sonora de todos los que pensamos que lo único bueno siempre está por venir: «Olvida el pasado, pues no volverá», en un mundo nuevo y feliz.

Y en pleno ataque de delirio mental -espero que transitorio- no se nos ocurre otra cosa que celebrar un vía crucis con media provincia para demostrar al mundo que si la montaña no va a Mahoma -ya sé, no es muy políticamente correcto poner Mahoma y vía crucis en el mismo párrafo-, no habrá más remedio que hacer el recorrido inverso. Y como no nos invitaron al vía crucis de Madrid, y como no podíamos soportar que Jerez sí lo estuviera, junto con Cuenca, Granada, Sevilla, León, Madrid, Málaga, Murcia, Orihuela, Segovia, Úbeda, Valladolid y Zamora, tiramos por la calle de en medio -que es la que mejor se ajusta siempre a nuestra geografía sentimental- y organizamos nuestro propio vía crucis que para eso tenemos aquí un patrimonio que ya quisieran otros ¿qué no?. No he visto cosa más absurda en los días de mi vida, ni más innecesaria para la fe de los católicos, dicho con todos los respetos y desde el más absoluto convencimiento de que el fin de semana que tenemos por delante será, sin duda, el más rentable para la ciudad y el más 'cool', confirmado ya que el vía crucis va a ser la cita del verano, sobre todo, si tenemos en cuenta que la otra gran cita veraniega es una exhibición de aviones militares. Qué le vamos a hacer. Para ir haciéndonos el cuerpo, hemos tenido los animados traslados de imágenes -superados ya todos los complejos de la furgoneta y el Resucitado- envueltos en plásticos y transportados como si fueran una mudanza -soy testigo-, y el ambiente fotográfico-festivo de los días previos. Desconozco el interés que este derroche de colores y olores pueda despertar en los cientos de jóvenes que pasan estos días en nuestra ciudad, antes de llegar a Madrid -que por si alguien de por aquí no se ha enterado es donde se celebra, de verdad, la JMJ- pero algo sé del interés de los gaditanos por la «magna» de mañana. Agotadas las sillas del recorrido, los itinerarios corren de mano en mano para ver la Mortaja de Algeciras o el Nazareno de Vejer. Este vía crucis «hará historia» dicen los cofrades. Y tanto. La historia de siempre, que para eso están las hemerotecas.

Porque seguimos tentando a la suerte y mirando hacia detrás cada vez que podemos. Quizá con la intención de que Cádiz vuelva a ser Cádiz o tal vez porque la sociedad siempre avanza como los gusanos, retrocediendo cien pasos para ganar uno. No sé. Pero lo cierto es que no es la primera vez que los santos de la provincia nos visitan. En mayo de 1947, el año de la explosión, la coronación de la Virgen del Rosario convocó en esta ciudad a todas las patronas de la provincia para que acompañaran a la nuestra -sí, tan absurdo como lo del vía crucis-, y llegaron por tierra y por mar las patronas de Rota, San Fernando, Conil, Chiclana, San Roque, Puerto Real, Alcalá de los Gazules, Jimena, Barbate y Vejer. Por lo que cuentan las crónicas, fue un día espléndido para los gaditanos que durante unas horas se olvidaron hasta de su propia posguerra y acudieron en masa a la plaza de San Antonio. Eran otros tiempos, dirá usted y entonces eran normales ese tipo de actos. Otros tiempos, sí, pero igual de grises que estos.

Como si nos subiéramos a la máquina del tiempo, el fin de semana que nos espera podría ser lo mismo de 1910, que de 1930 ó de 1940. Catorce pasos -cada uno a su forma y manera- dando vueltas por una ciudad en obras hasta las tres de la mañana; un rosario de la Aurora -es a la diez y media de la mañana, será la aurora boreal, imagino-; otra procesión, presidiendo el pontifical y un concierto de Nico Montero en la plaza de la Catedral -cuando acabe la misa, se entiende- a las nueve y media de la noche para celebrar el envío de los jóvenes acogidos en nuestra ciudad -de los 9.000 que se hablaba hace unos meses a los 900 escasos hay más de un cero-. Y todo mezclado con unas gotas de la angostura que mejor fabrican nuestros políticos: un concierto de la joven orquesta del Bicentenario, organizado por el Consorcio y la celebración de la noche en blanco 'De sol a sol' -también el domingo- con la que el Ayuntamiento se empeña en justificar la malísima programación cultural de la ciudad y que acabará a las siete de la mañana con una sesión de Art Spinning mientras va saliendo el sol. No es un mal plan para los que añoran las cosas que se han perdido. Ni tampoco para usted, confiéselo. Es un viaje en el tiempo, y en el fondo, somos todos unos nostálgicos ¿Quién podría resistirse a la tentación?