MILENIO

SONSONETE MEJICANO

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El presidente de la Junta, el licenciado José Antonio Griñán es un hombre de sentimientos. De momento, o salvo pruebas en contra. Años ha, perdido en la densa burocracia socialista de finales de la pasada centuria, contemplaba cada mañana desde su despacho de ministro de la cosa de la salud pública el ampliado Museo del Prado, mientras filosofaba sobre la amistad, la familia y los tótems políticos, Felipe González en aquellos tiempos y remoto condiscípulo suyo en la facultad de Derecho de Sevilla fue una referencia sentimental en los años sesenta del XX. Un tipo muy sentimental y cercano (Griñán). Para algunos, naturalmente. No se puede querer a todo el mundo ni corazón que lo resista.

Días atrás pudo compartir con la ascendente estrella del socialismo español, la ministra de Defensa, Carme Chacón, unas tazas de café descafeinado, animándole la calidez y cercanía de la estrella ascendente del PSOE. Se le notaba que estaba más a gusto que un pecador arrepentido en las puertas del Paraíso. Y se desbordó el líder de la Junta con respecto a la señora ministra.

Tal inmediatez de la ministra alabando al candidato municipalista local, efectivamente, calentó las vísceras del jefe de la Junta y no quiso ser menos. Convencido, pues, sostuvo ante una audiencia exaltada que Chacón era la prueba irrefutable de que la sucesión en el PSOE «siempre está asegurada», algo que no debió de entusiasmar precisamente a Alfonso Guerra y a otros barones ejecutivos de la Casa socialista. La señora Chacón estaba en la gloria, y se lo merecía con lo que está pasando con esos vuelos casi a diario a Afganistán, y se lo agradeció la señora con una sonrisa cargada de encanto.

Pero es así. El PSOE siempre fue una sociedad limitada que admitía a gente y colaboradores de lo más granado de la contestación antifranquista. El que también le habrá agradecido a Griñán tal opinión debe ser el propio Felipe González, convertido ya en un árbitro de los conflictos internacionales, con licencia para almorzar con cualquier estadista mundial llegado el deseo de Felipe, aunque con quien mejor se entiende el ex presidente español es con Osama Bin Laden. Lo sabe muy bien el incansable Aznar, quien, por cierto, sigue mejorando su manejo sumarial del inglés, aunque le queda un sonsonete mejicano propio de los tejanos. Como los catalanes de sardanas en las ferias andaluzas.