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Stéphane Hessel acaba de publicar un libro de tan solo 30 páginas que está causando furor en Francia, en la que nos invita a resignarnos, a indignarnos. A Resistir, a no ser indiferentes, a pelear, a protestar en estos tiempos en que estamos en manos de burócratas egoístas, financieros sin escrúpulos, banqueros despiadados y políticos de tres al cuarto que solo defienden sus propios intereses. Somos borregos que no protestamos por nada y que nos dejamos exprimir, dejándonos la piel en nuestros trabajos, los ahorros y nuestra felicidad. Ya lo ven, este libro podría estar dedicado «a los que caminan a contraviento», nombre que se dio a los Omahas, pueblo indio de Norteamérica cercano a los Sioux y nombre de la colección.

Stéphane Hessel, a los 93 años, reclama, volviendo a sus raíces, un compromiso público de resistencia, de defender la dignidad humana en todo momento, de no ser testigos impasibles y adormecidos. Necesitamos, hoy más que nunca, los principios y valores que nos guiaron y debemos velar juntos para que nuestra sociedad no abdique de los mismos. Y menciona el tratamiento a los inmigrantes, los logros de la seguridad social, el inmenso peligro de unos medios de comunicación en manos de los más acaudalados. Es imprescindible la instauración de una verdadera democracia social y económica, en la que los intereses particulares se subordinen al interés general y que asegure la libertad de prensa, su labor de independencia en relación al Estado, los poderes económicos y las influencias extranjeras.

Si hay una persona con autoridad moral para hacer estas reflexiones y ser escuchado es Stéphane Hessel, el único co-redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que vive, lúcido, que nos llama, por el apremio de los años y las circunstancias actuales, a la «insurreción pacífica».

La indiferencia, advierte, es la peor de las actitudes. Demebos reaccionar. Estoy convencido de que el porvenir pertenece a la no-violencia, a la conciliación entre culturas distintas. A quienes construirán el siglo XXI les digo con gran afecto: crear y resistir. Resistir es crear. Al acabar de escribir estos mensajes tan oportunos, he pensado en la sabiduría de mi padre, que me aconsejaba descansar los justo y dormir lo imprescindible para aprovechar el misterio de la vida, cuando antes de terminar mis estudios universitarios me recomendaba: 'Si quieres ser feliz, no aceptes nunca lo que consideres inaceptable». Sí: ¡indígnese! «No tengamos paciencia», decía José Saramago.

Como lo que mejor funciona es el boca ca boca, pásense este libro de Stéphane Hessel: Indígnese, pero sobre rodo léanlo y revélense.