PAN Y CIRCO

LOS PROBLEMAS CRECEN

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Marejadilla en el vestuario. «Está la cosa revoltosa», que dice Raúl López. Es costumbre en Cádiz desde hace años que los jugadores metan más la pata que la pierna, pero esta temporada se están superando. Desde las declaraciones fuera de lugar de Enrique denunciando medio mes de impagos, hasta las actitudes que se han vivido esta misma semana y que han puesto al club en la encrucijada.

Mucha agua tendrán que achicar Jose y sus fieles para que el barco no comience a hundirse sin remisión. Porque con tanta agua han florecido de forma inminente dos grandes problemas: Álvaro Campos y Diego Reyes.

El primero ha vivido su peor semana con su suplencia inesperada, en lo que le respaldo, y sus actuaciones posteriores, exigiendo su marcha y soltando comparaciones absurdas y surrealistas en Punto Radio. Un berrinche incomprensible. Mucho tienen que cambiar las cosas para que el guardameta no siga hasta junio en Carranza, y habrá que ver con qué cara tras haberse ganado las antipatías de muchos que ni siquiera habían reparado en él.

El segundo, Diego Reyes, no ha medido bien sus movimientos. Es poco ético que le quieran dar la baja, y habrá que poner en la balanza hasta qué punto es importante mirar a la persona antes que al profesional en este mundo del fútbol. Pero romper la baraja y criticar a diestro y siniestro a la mano que marca tu futuro es más temerario que valiente. Si no llega el último fichaje no se moverá de Carranza, en un polvorín del que será difícil no salir achicharrado.

Seguro que desde la entidad nunca pensaron que un vestuario de Segunda B podía andar así de revuelto a mediados de curso, con tantas salidas de tono por semana. Al menos el calendario ofrece hoy una magnífica oportunidad para controlar el incendio. Porque con tantos rumores, críticas y denuncias, se olvida que hay partido, que hay liga y un ascenso por conseguir. Que se acuerden.