Cartas

Carta a las abuelas

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Sí, a ésas que te saludan con gracejo por la calle aunque no te conozcan, que conservan la frescura del pueblo aunque vivan en la ciudad. Esas coquetas con artrosis, dolor de huesos, mirada corta y paso lento. Ésas que con poco han hecho milagros. Ésas que hacen unos garbanzos, unas alubias con berza y unas ensaladas de ensueño. Ellas son los fundamentos de la Tierra, no las catedrales y obispos. Ellas que han parido a pulso son las princesas y reinas de la Tierra, no los reyes y reinas, príncipes y princesas de sangre azul. Ellas, madres y abuelas de labriegos y de jueces son la auténtica Ley, no la de politicastros de mala sombra o de buen talante, que las desprecian con una pensión de miseria por ser mujeres que nunca han cobrado un sueldo y viudas. A ellas me dirijo en nombre de todos los que les admiramos: ¡Viva la madre que os parió!