Opinion

No son de fiar

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Los políticos no son de fiar. Nada es inocente en sus comportamientos y actuaciones. Casi siempre se mueven en la ambigüedad interesada, el oportunismo y la demagogia. Y les gusta ocultar la realidad para luego crear otra paralela de conveniencia.

Todos sabemos que la misión y fin últimos de todo político que se precie es trabajar por y para los ciudadanos. Es decir, gobernar y administrar los recursos con sensatez y equidad, buscando con ahínco el progreso del país y el bienestar de sus ciudadanos. Sin embargo, la mayoría de las veces, invierten más energías y recursos en defender sus ideologías y en mantener o adquirir el poder que en buscar el bien de sus gobernados.

Ahí van tres ejemplos. Uno, el presidente Zapatero no ha gobernado los dos últimos años para afrontar la realidad de la crisis, sino para intentar ganar las próximas elecciones. Dos, Mariano Rajoy y sus secuaces no están haciendo oposición desleal, destructiva y demagógica por nuestro bien, sino para llegar lo antes posible al poder y beneficiarse de sus prerrogativas. Y tres, los partidos nacionalistas no llegan a acuerdos con el Gobierno por el bien general, sino por interesadas contrapartidas políticas y económicas.