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adiós a un icono global

Nelson Mandela: el héroe del siglo XX

Pasó 27 años en cárceles de su país condenado por un régimen inicuo, pero murió rodeado de la admiración del mundo entero

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“Nadie nace odiando a otro por el color de su piel, su procedencia o su religión. El odio se aprende…"

Nelson Mandela

Nelson Mandela escribió en sus memorias que todos los hombres "deberían tener un hogar desde el que pudieran ver la casa en la que habían nacido". Y algunos observadores políticos sudafricanos han creído ver en la sabia exhortación un diagnóstico casi clínico, hijo de sus largas estancias en prisión. Mandela pasó 27 años de su vida en cárceles de su país condenado por un régimen inicuo, pero murió a los 95 en su tierra natal rodeado del respeto y la admiración del mundo entero.

Él nació en lo que, en la tradición de Sudáfrica, un país de países, era una familia real, la de la tribu Thimbu, en la que su padre era uno de los jefes tradicionales. Y él lo hubiera sido a su vez si el destino no le hubiera llamado a otros derroteros, los que ya cuando nació, el 18 de julio de 1918 en la aldea de Mvezo, en el corazón del Transkei, se dibujaban para su país porque en ese año, con la derrota alemana en la I Guerra Mundial y la conferencia de Versalles, que organizó en términos geopolíticos la posguerra, ya había surgido un movimiento nacional en Sudáfrica.

De hecho, y esto sorprende siempre a los nuevos lectores, el "Congreso Nacional Africano" había sido fundado en 1912 y una delegación suya estuvo en Versalles, sin un status oficial pero intentando presentar, al hilo del anticolonialismo del presidente norteamericano Woodrow Wilson, el expediente de los nativos del país, el invento británico-holandés-alemán que terminó siendo una república independiente en 1910. La mayoría de color, salvo en la Colonia de El Cabo, no recibieron ningún derecho político y, por tanto, sin votar en su propio país, fueron ciudadanos de segunda sometidos a un régimen de separación de hecho que terminaría, refinándose jurídicamente, en el apartheid, pura segregación racial.

Abogado y militante

Tal era el país en que nació Mandela. Muy pronto, en el Instituto donde ya participó en huelgas políticas, se incorporó al movimiento nacionalista y emancipador y se trasladó a Johannesburgo y sintió allí, como estudiante de Leyes en la universidad, que debía escoger entre lo que aún percibía como su deber: ayudar al trono, a la familia reinante entre los Thimbu, a cuyo regente había asistido en sus visitas a la gran ciudad y que esperaba mucho de él, o ejercer como un abogado competente que supo en ese momento, hacia 1942, que su vida había cambiado para siempre y que la afinidad familiar, los compromisos con un mundo ancestral, pero ya lejano, debían dejar paso a la militancia política en el escenario nacional, aquél en que debía darse la gran batalla para terminar con la segregación racial, jurídica y política.

En esos años conoció a blancos, estudiantes y letraados como él, liberales y sinceramente deseosos de acabar con la injusticia del apartheid, y lo cuenta en sus memorias por lo menudo, con nombres y apellidos en lo que ha sido siempre visto como una invariable conducta suya: no encasillar a todos los blancos como adversarios, lo que le llevó a estimular, con cierto éxito, la entrada de los mismos en el CNA a veces con su solo aval. Supo, sagazmente, advertir las diferencias entre las universidades inglesas del país y las propiamente afrikaaners, donde no había un solo negro.

Bajo el impulso y en compañía de gente ya prestigiada, el primero de todos Walter Sisulu, se decidió de modo natural, pero paulatino "sin ninguna aparición o iluminación" a entrar en política del brazo del CNA, un momento crucial de su vida porque supo librarse del abrazo que la inteligente política del colonialismo británico, que entendía, de modo paternalista, crear una élite negra acomodaticia, una estrategia que contaba incluso con la anuencia de muchos jefes tribales, que se conformaban con mantener sus status y su condición de aristocracia tradicional y ancestral.

El "nuevo CNA"

Pronto comprendió que el viejo "Congreso Nacional Africano" necesitaba una renovación completa y, con el desagrado obvio de su jefe de entonces, el Dr. Xuma, estuvo en el grupo fundador de una "Liga de la Juventud" en la que, además y para sorpresa de la vieja guardia y las autoridades, había algunos representantes del Partido Comunista. Este hecho, una opción estratégica que le causaría muchos problemas a Mandela durante toda su vida, principalmente en Washington y Londres, se reveló finalmente acertada. El nunca fue comunista, sino socialista de izquierda y nacionalista anticolonialista, y el CNA, de hecho, está afiliado a la moderada y socialdemócrata Internacional Socialista.

La Liga, y en este orden Mandela hizo al parecer una contribución esencial, hizo una prioridad la conversión del conglomerado de tribus y dinastías en "una sola nación" que incluiría como eje irrenunciable la liquidación de la supremacía blanca. Si se tiene en cuenta que con él estaba la docena de grandes jefes del movimiento anti-apartheid (los Sisulu, Tambo, Nkomo, Lembede.) se puede decir que la iniciativa fue una auténtica recreación del CNA, su definitiva revitalización. Mandela fue escogido como miembro de su Ejecutiva.

Mandela endureció su actitud y activó su militancia cuando en 1948 las elecciones (reservadas a los blancos) dieron la victoria al ultranacionalista y para-fascista "Partido Nacional", que había mostrado abiertamente sus simpatías por el nazismo durante la guerra y presentó un programa radicalmente segregacionista y excluyente: "el hombre blanco debe siempre el amo" era un resumen oficial de su ideario, bien arropado por la "Iglesia Reformada Holandesa". La radicalización de Mandela y el nuevo CNA estaban justificados. Pero se atuvo - y esto fue propio de su carácter también pragmático y de su solvencia negociadora - al plan de elegir nuevo presidente del partido al negro más rico del país, el doctor Moroka, con la esperanza de que "dejara hacer".

La relación con los comunistas

Tras el cambio, el CNA, aún lejos de asumir la lucha armada, intensificó su programa de desobediencia civil sistemática, huelgas de hambre, desobediencia civil, manifestaciones populares y la creación de un inquietante "Día de Paro Nacional" directamente político, contra el régimen. En 1950, parecía inevitable el choque frontal con el gobierno que, además, había prohibido el PC y, de hecho y utilizando la ley, encarceló a cientos de activistas del Congreso por comunistas. Mandela aprendió entonces a respetar a los comunistas y anudó una estrecha relación con su secretario general entonces, Moses Kotane. Cuenta en sus memorias que "sabiéndose en inferioridad de condiciones cuando debatía con los comunistas", compró y leyó los clásicos de Marx, Lenin y Mao. y escribiría mucho después que "aunque le estimuló mucho el ´Manifiesto Comunista`, le dejó exhausto la lectura de "El Capital"..

Los comunistas eran muy activos y tenían su programa pero eran, antes que nada, opositores al régimen de segregación y Mandela tuvo siempre claro que ese objetivo compartido, central y decisivo era el único que debía ser intocable, dejando a las diversas sensibilidades cómo defenderlo, incluso en los debates internos del CNA. Con más razón aún entendió la importancia de contar con la comunidad mestiza, hábilmente trabajada por el gobierno racista y que terminó por rebelarse pacíficamente también. Mandela fue clave en esta estrategia desde su puesto formal: presidente nacional de la Liga de la Juventud, que había contribuido a crear.

En 1952 Albert Luthuli, un maestro y devoto cristiano, fue elegido presidente del CNA, resuelto a incrementar la oposición y Mandela tuvo ya un fuerte reconocimiento en la organización: fue designado como uno de sus cuatro vicepresidentes. Proscrito ya abiertamente por el gobierno, confinado en Johannesburgo, se había convertido en un adversario peligroso y de peso. El supo que el gobierno preparaba la ilegalización del CNA y redactó un plan ultrasecreto, aprobado por la organización, que le permitiría funcionar en condiciones de clandestinidad. Fue el llamado "Plan Mandela" . que parecía justificado: él y otros varios dirigentes del CNA fueron proscritos al amparo de la ley de supresión del PC. Se opuso entonces a las primeras ponencias en el CNA favorables a considerar el recurso a la lucha armada. y oficialmente debió dimitir de su cargo en el partido.

Camino de la cárcel

Mandela, como abogado infatigable de los presos políticos, se convirtió, impedido de ejercer como político, en un rostro popular en los juzgados y obtuvo sonados éxitos técnicos en algunos casos. aquellos en los que había jueces ecuánimes. Defendió todas las formas de resistencia civil y apoyó a fondo el llamad "Congreso de los Pueblos" una idea que, por vez primera de modo explícito, llamaba a los blancos a construir entre todos una nueva República de Sudáfrica. En 1955, el proyecto, que celebró una reunión histórica, presentó incluso un borrador de Constitución democrática para todos que excluía toda revancha.

El ambiente se alteró del todo en diciembre de 1956: fue detenido durante la noche en su casa y acusado de alta traición, conspiración para derribar al gobierno y sustituirlo por otro comunista. Hasta 156 distinguidos militantes fueron detenidos simultáneamente, incluyendo la dirección del CNA casi al completo. Fueron trasladados a "El Fuerte", como era llamada la cárcel de Johannesburgo. Era tan absurda la acusación que, llegado el momento procesal crítico y con los acusados en libertad provisional, el propio gobierno decidió retirar los cargos en octubre de 1958. pero presentó otros nuevos, y graves, contra solo 30 de los acusados. que finalmente serían también absueltos del delito de conspirar para derribar al Estado.

La matanza de Sharpeville (21 de marzo de 1959, con 69 africanos muertos por la policía, aunque militantes de otra organización oposicionista y más radical) había sido un antes y un después y enrareció aún más el ambiente social y político. La conmoción fue literalmente mundial y el régimen reaccionó con la vigencia de la Ley de Excepción que causaría verdaderos estragos. El CNA, de hecho, fue convertido en una organización otra vez clandestina en la que pareció reforzada el ala que entendía legítimo recurrir a la lucha armada contra la violencia institucional.

La cárcel, la paz, el triunfo...

Fue convertido de hecho en una "Pimpinela negra", disfrazado a menudo y trabajando para el éxito de una huelga general y sopesando por vez primera abiertamente la posibilidad de recurrir a la "defensa activa", lo que él discutió con el PC, dividido a su vez sobre el particular. Mandela fue claramente favorable en 1960, más que el PC, a la tesis de la legitimidad del recurso a la violencia frente a un Estado que "no dejaba más alternativa". siguió un debate largo y finalmente se tomó la decisión, inspirada y defendida por Mandela de crear el llamado el brazo armado del CNA, el "Umkhonto we Sizwe" ("Lanza de la Nación) conocido por su sigla MK. Era junio de 1961 y en diciembre llevó a cabo su primera operación: el sabotaje de centrales eléctricas y oficinas del gobierno.

Su aventura clandestina y su vida de fugitivo terminaron el cinco de agosto de 1962. Ese día fue detenido y en junio de 1964, en lo que sería llamado "juicio de Rivonia", condenado a cadena perpetua. Pasaría 27 años entre la isla-cárcel de Robben y las prisiones de Pollsmoor y Victor Verster. Cuando salió de esta última era otro país el que le esperaba, cambiado por él y otros como él incluso desde la cárcel, donde su autoridad política y su ejemplo moral no dejaron de crecer. De hecho, su liberación en 1991 fue una necesidad imperiosa del nuevo primer ministro blanco y después presidente, el reformador e inteligente Frederick Villem de Klerk, que debió batirse a fondo en el Partido Nacional y recibir, mediante un referéndum para blancos, el permiso para unirse al plan de construir una democracia para todos y abolir el apartheid. Fue un interlocutor inteligente y práctico.

Mandela, con su proverbial buen sentido y moderación, siempre reconoció el esfuerzo de Klerk y cuando en 1993 ambos recibieron el premio Nobel de la Paz (que algunos habrían querido solo para él) nuestro héroe, muy en su estilo, defendió la doble concesión y lo ensalzó como alguien que, antes que nada, "supo reconocer que se había cometido una grave injusticia contra nuestro país y nuestro pueblo". En las elecciones libres, las primeras para todos, el 27 de abril de 1994, el CNA ganó y el nuevo parlamento designó a Mandela presidente de la República.

El sueño se había hecho realidad. Solo ejerció un mandato (1994-99) y después se retiró para ver de leer un poco y volver de excursión de vez en cuando a su tierra del Transkei.Tenía 81 años y cuando un joven militante le preguntó por qué había rehusado una liberación anticipada en una negociación oficiosa con el gobierno hacia 1980 dijo su célebre frase: "bueno. yo amaba mucho mi libertad, pero amaba más la vuestra".

Hoy ha muerto y el gran país que condujo a la libertad civil ha enmudecido mientras la crema de la clase política mundial se apresta a acudir a sus funerales. Lo ganó a pulso este hombre, uno de los últimos "hacedores de historia" en el ajetreado siglo XX.