Irene Villa posa con un ejemplar de su primera novela, 'Nunca es demasiado tarde, princesa'. / Foto: Óscar Chamorro
novedad editorial

Irene Villa nos ofrece una segunda oportunidad

‘Nunca es demasiado tarde, princesa’ es el debut novelístico de la joven madrileña, el relato de seis historias de superación con su experiencia personal como hilo conductor

MADRID Actualizado: Guardar
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Irene Villa no para. Con tres licenciaturas a sus espaldas, escribe y colabora en varios medios, imparte conferencias motivacionales y participa en actos públicos de toda índole. Por si fuera poco acaba de proclamarse campeona de España de esquí adaptado con la Fundación También, gestada para impulsar la integración de personas discapacitadas. Ahora debuta como escritora de ficción con ‘Nunca es demasiado tarde, princesa’ (Espasa, 2013) donde nos ofrece, en sus propias palabras, “un aprendizaje necesario” de las “herramientas necesarias para alcanzar la felicidad”.

Hace años que decidió pasar página y, esa sonrisa que la barbarie terrorista pretendió arrebatarle con tan solo doce años, ilumina permanentemente su rostro. En su nueva andadura editorial, que llega varios años después de ‘Saber que se puede’, un volumen de memorias trazado en clave de autoayuda, Irene dibuja un relato inundado de mensajes positivos. Su propia vida ejerce como hilo conductor de seis realidades independientes que, tras verse truncadas de forma inesperada, recuperan el rumbo al descubrir la clave para salir adelante. Como el ‘sabiniano’ título anticipa, la novela nos habla de segundas oportunidades, aquellas que, de la mano de esos “ángeles en la tierra” que nos orientan “cuando estamos perdidos”.

La experiencia personal de la autora impregna cada página de ‘Nunca es demasiado tarde, princesa’. Reconoce que el nacimiento de su hijo, Carlos, hace algo más de un año, ha marcado la elaboración de la novela. Una experiencia que, asegura, ayuda a valorar lo que realmente importa y prescindir de “compromisos superfluos que no te aportan felicidad”.

Para la confección de las historias, Irene ha aplicado sus estudios de Psicología y Humanidades, a través de los cuales ha intentado traducir “mensajes profundos” “cargados de valores” con “un lenguaje directo, fácil de leer”. Los principales destinatarios de esta dosis de optimismo son los más jóvenes. Como síntesis del espíritu que desprende su primera novela, Irene pronuncia una frase muy elocuente: “todo lo que me hubiera gustado saber a los 18 años”.