John Nott, con la 'Dama de Hierro', Margaret Thatcher.
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El amor, según Margaret Thatcher

La Dama de Hierro también era la Dama de Hielo: obvió los requiebros amorosos de un ministro y empujó a la dimisión a otro tras conocer sus líos de faldas

MADRID Actualizado: Guardar
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Qué cierto aquello de que el amor es ciego. Una persona puede estar enamorada de quien le ignora, de quien le hace daño e incluso de quien le engaña. Por enamorarse, puede también hacerlo de su jefe o jefa, incluso si este/esta es alguien tan poco dado al sentimentalismo como la mismísima Margaret Thatcher. Pero la historia enseña ahora que así sucedió. Papeles de 1983 desclasificados por el Gobierno británico muestran la 'entrañable amistad', por decirlo en lenguaje burocrático, que sentía el ministro británico de Defensa durante la Guerra de las Malvinas, John Nott, por la Dama de Hierro, que en su caso se convirtió en la Dama de Hielo. En su carta de dimisión, Nott le escribió una especie de confesión amorosa, eso sí, encriptada en un lenguaje galante y cortés, sin estridencias ni locuras. El ministro destacaba el "atractivo, encanto y porte" de la primera ministra, y la halagaba sin ruborizarse demasiado (algo, por otra parte, muy extraño en un británico, gente poco dada a la expresividad y menos aún, a exponer sus sentimientos).

Teniendo en cuenta que se trataba de su salida del Gobierno y que por tanto, no tenía ninguna necesidad de hacer la pelota, las palabras de John Nott suenan inusualmente sinceras. "Su gran triunfo como primera ministra, si se me permite decirlo, es que gusta a sus colegas. Algunos incluso la aman, ¡sólo un poco!", escribió Nott. "Es inexcusable decir esto ahora, pero la admiro como mujer; su atractivo, encanto y porte siempre me atrajeron como hombre", continuaba el ministro; "Creo que su aproximación emotiva, instintiva y no pragmática a muchos temas -tan poco masculina- es el secreto de su éxito en un mundo de la política dominado por hombres". Y terminaba con un poco interpretable "Amor-John".

Treinta años después de aquella carta, y con Margaret Thatcher ya fallecida (murió el pasado mes de abril), el exministro Nott recuerda que la ex primera ministra nunca le contestó. Y es que la señora Thatcher, además de querer mucho a su marido, el exitoso empresario Denis Thatcher, tenía un concepto muy tradicional del amor, y del matrimonio.

En otro documento de este mismo año y también revelado en las últimas semanas, se detalla cómo cayó en desgracia Cecil Parkinson, el político que la ‘Dama de Hierro’ había elegido en aquella época como su candidato para el apetitoso cargo de ministro de Asuntos Exteriores. Pero un escándalo de faldas (una relación con su secretaria, a la que dejó embarazada) obligó a Parkinson a dimitir de su puesto de secretario de Comercio e Industria y acabó con sus ambiciones políticas. Y es que Margaret Thatcher siempre prefirió las razones de la cabeza a las del corazón.